El Monje en el Ferrari
Atrévete a ser tu propio camino
El Monje en el Ferrari: Atrévete a ser tu propio camino
Hace una semana trascendió la última de mis abuelos, dejándome la enseñanza maestra de cómo morir diciendo lo que importa.
Los últimos años construimos un vínculo íntimo, transparente y abierto. Escuchando y comprendiendo, siendo y dejando ser.
Tenía un profundo interés en las experiencias que han moldeado mi cosmovisión: desde mis compromisos internos hasta los maestros que me han mostrado el camino.
Disfrutaba tanto las aventuras en Asia junto a un Geshe Tibetano y un billonario americano, como los incomunicables entendimientos en las noches de el camino de la mente al corazón.
Conectábamos compartiendo las inversiones más rentables de mi vida: aquellas que trascienden dinero creando más dinero.
No quiero confundirte, para mí, el dinero es un medio fundamental que cataliza crecimiento, desarrollo y evolución.
Mi relación con el dinero es tan importante que trabajo con el mejor psicólogo del dinero del continente. Aunque mi abuela trascendió durante mi viaje, mis aprendizajes con mi hermano, Pablo Sánchez, transformaron la perspectiva para celebrar la vida y la partida de la gran matriarca.
Y por eso me cagan los estereotipos reductivos que dictan que solo puedes acceder a una vida mística; de íntima cercanía y presencia en ti, si te desapegas y renuncias a todo lo material.
Esa creencia conmigo no va.
No quepo en esa jaula imaginaria que nos aprisiona y obliga a verbalizar el pensamiento más miserable de todos: "así soy…".
Podemos ser empresarios y también intelectuales, escritores, DJs y deportistas. Podemos gozar y disfrutar de la naturaleza, los libros, la comida, los raves y los viajes. Podemos ser multimillonarios que coleccionan arte, coches y relojes. Y podemos tener hermanos que van desde billonarios hasta chamanes, viviendo experiencias místicas que nos impulsan a servir al mundo desde el regalo de nuestro propósito y vocación.
El potencial que ves tú de ti en ti mismo, definirá las posibilidades y los caminos que se abrirán para ti.
Ese potencial es lo que en Semiología de la Vida Cotidiana se llama: “el autoconcepto: cómo te percibes tú a ti mismo”.
Puedes hacer y ser todo lo que quieras, siempre y cuando esté en tu autoconcepto.
Si no te consideras lector, no vas a leer. Si no te piensas deportista, no harás ejercicio. Si no te asumes creativo, no te descubrirás a ti mismo.
No podemos ir más allá de las fronteras de nuestro autoconcepto.
Entre más limitado nuestro autoconcepto, más limitadas serán las posibilidades y caminos que tendremos para explorar nuestro Universo interno. Ahí se descubre nuestra vocación; esa fuerza de la naturaleza conocida como llamado interno.
Solo con el Conocimiento de Uno Mismo desarrollaremos un autoconcepto que crece constantemente y se expande a sí mismo.
Nos inventaremos a nosotros mismos, cincelándonos hasta romper el cascarón y dar nacimiento a la esencia de nuestro verdadero Ser.
Sin ese acto de coraje —que nos da la llave para escapar de la jaula imaginaria— seremos una repetición de nosotros mismos. Estímulo - reacción, estímulo - reacción. Un robot programado que no sabe elegir más y mejor.
¿Por qué estoy convencido de ello?
Porque solo transformando nuestro autoconcepto “seremos del tamaño de nuestros sueños”.
Y porque solo con el autoconocimiento podrás desarrollar en ti todo lo que el dinero no puede comprar.
¿Y cómo transformas el autoconcepto?
Invirtiendo tiempo y dinero en ti mismo.
Con un principio fundamental: tu COMPROMISO contigo mismo.
Conozco —íntimamente— a billonarios y multimillonarios que no pueden comprar una relación amorosa con sus padres, presencia con sus hijos, intimidad con su pareja o salud para su cuerpo, mente y alma.
El filósofo moderno, Naval Ravikant, dijo:
A fit body, a calm mind, a house full of love. These things cannot be bought — they must be earned.
Es necesario educarnos financieramente para invertir nuestro dinero y generar retornos que nos lleven a la libertad financiera. Eso eliminará los problemas de dinero que son la raíz de la gran mayoría de los divorcios, los problemas de salud física y la epidemia de salud mental.
Y también, es crucial invertir en ti porque, como escuché decir a mi hermano,
:“La mayor capacidad de riqueza que puedes generar eres tú mismo.”
Una inversión financiera tienen un rendimiento topado. El potencial de retorno de una inversión en ti mismo es ilimitado.
No solo se tratará de en quién te puedes convertir, sino del nivel de conciencia que elevará la calidad de tu vida a dimensiones desconocidas e imposibles de imaginar para tu antiguo yo.
Con el interés compuesto del tiempo, ¿cómo se ve una versión 10x tuya? ¿Qué podrías crear y compartir, para servir y dar tu regalo al mundo?
Además, entre más inviertes en ti mismo, más dinero generarás para invertir en todo lo demás.
El problema es que a la gran mayoría de la gente le duele invertirse dinero y tiempo.
Hace tiempo prefería gastar en: antros, relojes, coches y ropa para comprar la validación y reconocimiento que no me di a mí mismo.
Una pésima estrategia llena de vacío interno porque, el reconocimiento que realmente queremos, es el de la gente que más amamos y admiramos, y ese, tampoco se puede comprar.
Pensaba que el que invertía en sí mismo, más allá de una terapia, era porque de plano estaba tan pendejo, que la vida lo puso frente al abismo y lo obligó a hacerlo.
Hasta que un día la vida me puso frente al abismo y me convertí en ese pendejo.
Invertí 35 días y muchos miles de dólares en un viaje por Asia para encontrarme.
Y… funcionó.
Fue el inicio de la transformación de mi mentalidad.
Regresé transformado desde adentro.
Convencido que la decisión más inteligente es invertir tiempo y dinero en ti mismo.
Te convertirás en más de lo que ya eres y podrás tener más de lo que tienes.
Pero en el autoconocimiento la suerte no te favorece. No existe lugar correcto en el momento correcto. Todo se sostiene en la palabra que nos define como personas: COMPROMISO.
Es el compromiso entusiasta y constante lo que crea las condiciones propicias para que suceda lo que alguna vez platiqué y no olvidé con mi con mi hermano, Arturo Lomelí:
“Pasar de el monje que vendió su Ferrari, a ser el monje en el Ferrari”.
Puedes comprar el Ferrari, pero no puedes comprar la presencia y paz interna de un monje.
Comprometer tiempo y dinero para conocerte, cambiará tu vida. Desarrollarás tu conciencia generando una confianza inquebrantable superior a cualquier punto de fricción, barrera mental y límite de que se puede y debes ser. No habrá imposibles porque levantarás tu vuelo en dirección a los anhelos de tu alma.
Esto lo escribió alguien que soñó ser futbolista, tenista y DJ, pero que vivió y creció con un autoconcepto débil y limitado.
Ahora soy el que soy.
Enfoco mi atención en aprender de mi hijo y mi esposa, mis maestros. En conocerme en la escritura compartiendo Momentos de Tranquilidad. En abrir caminos de transformación que te llevan de la mente al corazón. En estudiarme a profundidad con Alfonso Ruiz Soto. En transformar Metrópoli como tercera generación con el propósito de Asegurar Momentos de Tranquilidad. En crear relaciones profundas e íntimas con mis hermanos del camino. En descubrir mi llamado y dar mi regalo. En decir que sí a todo lo que tiene medicina y vida adentro.
Invirtiendo en mí, aprendí que no puedes guiar a nadie hacia donde no has ido antes. No basta con conocer el camino de ida, también hay que conocer el de regreso.
¿Te atreves comprometerte contigo mismo?
¿Te atreves a ser tu propio camino?
Recuerda que conociéndote a ti mismo, conocerás el Universo.
Que increíble Migue, me hizo pensar mucho, es algo para estar leyendo continuamente. No se porque no lo leí cuando salió, pero que increíble que algo que me toco tanto fuera publicado en mi cumpleaños. Como siempre muy agradecido.
Hola Miguel, había visto los comentarios en la comunidad de WM de Inversiones y no entendía las referencias, pero apenas acabo de leerlo y ya me hace todo el sentido. Tus momentos de tranquilidad, los leo y atesoro como esas cosas que consumes con especial dedicación, ya sea un buen dulce, chocolate o un buen vino, con intención y tiempo para disfrutarlos. Amén.