¿Para qué quiero ir a Burning Man? ¿Cuál es mi intención?
Recordar la esencia de mi Ser en esta Gran Ceremonia, en el núcleo de una falla en la Matrix.
Para mí, decisiones de esta magnitud son intencionales para abordarlas con mentalidad de crecimiento y expansión.
No son experiencias para escapar de mi realidad o abandonarme a mí mismo; al contrario, me aventuro al misterio a descubrir territorios desconocidos en mi interior.
Cuanto más profundo vuelo hacia adentro, más descubro lo mucho que me falta conocerme y más convencido estoy de que la expansión de la percepción no tiene fin.
Siempre se puede más y se puede mejor.
El camino de la expansión de nuestro Ser es el del máximo compromiso con uno mismo. No lo compramos, heredamos ni copiamos; no existen atajos ni accesos privilegiados.
El proceso de individuación es un camino de trabajo interno individual.
¿Y para qué recordar?
Para acceder a lo que olvidé por mis condicionamientos genéticos y culturales. Y, a través de una experiencia tan compleja para el cuerpo, la mente y el espíritu, observar si realmente sé procesar los puntos de fricción y transformarlos en oportunidades de crecimiento y servicio en el momento.
Burning Man, como un dietado amazónico, es el escenario ideal para confirmar si la información que he recibido de maestros espirituales y chamanes, empresarios de propósito, libros, figuras de desarrollo personal, terapias, Semiología de la Vida Cotidiana, las Plantas Sagradas y los Caminos de la Mente al Corazón son solo información o ya es conocimiento adquirido para metabolizar la experiencia y en el instante, dar el significado que yo quiera para contribuir y crecer en el placer.
Una aventura para transformar los puntos de fricción en Momentos de Tranquilidad.
Burning Man siempre estuvo en mi radar. Descubrí mi habilidad como DJ a mis 14 - 15 años, y en esa época la música electrónica no tenía el auge de hoy. Fueron los DJs de la Golden Era quienes abrieron el camino y lo hicieron mainstream para la llegada de todos los DJ’s y subgéneros que hoy existen.
Cuando quise ir, nadie me quiso acompañar. Y cuando me invitaron, no era un grupo alineado con mis valores para una experiencia como esta y lo solté.
Fue hasta 2025 que el llamado desértico no solo llegó con fuerza, sino acompañado de siete de mis hermanos que sintieron el llamado de la Ayahuasca y me acompañaron al Camino de la Mente al Corazón.
La fuerza del llamado no era Burning Man, era con quién lo compartiría. Porque, como dice Alfonso Ruiz Soto: “lo más importante no es el camino ni el destino, sino quién te acompaña”.
Con invitación de el Lobo y el Gato Siamés; el Águila, el Colibrí, el Delfín, el Turpial y el Ser Humano pasaríamos de compartir las noches de maloca, chamanismo y música medicina a gozar, reír, crecer y bailar música electrónica en raves hasta el amanecer, en lo que se siente como estar en Tatooine, el planeta desértico donde nació Anakin Skywalker.
¿Qué aventura puede ser mejor que adentrarte al misterio de lo desconocido con tus hermanos del camino?
Nada supera aventurarte a condiciones totalmente desconocidas que, en la incomodidad, nos obligan a tocar el perímetro de nuestra percepción que se contrae cuando no sabemos cómo procesarla, o se expande al asimilar la experiencia mientras sucede.
En mi intención de recordar mi ser en la playa desértica, lo verdaderamente importante era descubrir cómo conectar mi renuncia al reconocimiento con mis estudios de Semiología de la Vida Cotidiana para trascender la búsqueda de reconocimiento a través de la práctica intencional de la virtud ideal: el servicio.
Burning Man sería una plataforma de evolución para compartir lo mejor de mí en un lugar donde el tiempo no existe. Donde las sincronicidades suceden a velocidades incalculables. Donde se respira libertad, incertidumbre y posibilidades sin límite. Y donde los movimientos del Gran Mecanismo se viven con las condiciones climatológicas, psicológicas, físicas y espirituales más estimulantes y desafiantes, en una experiencia elegida por voluntad propia.
Es uno quien elige ponerse ahí y decide cómo y desde dónde quiere vivirlo.
Puede ser un escape de tu realidad o una oportunidad para trabajo de conciencia.
Una oportunidad para saber si me estoy convirtiendo en quien quiero ser, que no es más que el recuerdo de mi auténtico ser.
Una oportunidad para liberarme de mi necesidad de siempre querer ganar y tener la razón, porque eso me quita libertad.
Una oportunidad para experimentar la totalidad de mi ser viviéndolo con confianza absoluta y con un espíritu de servicio inquebrantable.
Una oportunidad para vivir con propósito, ofrecer mi regalo y descubrir qué es posible.
Una oportunidad para regresar a la Matrix y comprometerme a ser quien soy.
Burning Man como camino para entregarme a mi propósito: crecer sirviendo, crear practicando, conectar compartiendo y amar metabolizando.1
Para dar sin llevar la cuenta.
Para caminar en la aceptación de la incongruencia de mi congruencia.
Para no combatir la oscuridad de la experiencia, sino iluminarla.
Para vivir la experiencia con ojos de escribirla.
Para afrontar el miedo a fallarme a mí mismo.
Para bajarle dos rayitas y sentir el placer del espectro completo de la experiencia.
Y, sobre todo, para vivirlo abierto y receptivo para recordar.
Intencioné y visualicé regresar en una absoluta reconciliación interna para ser un mejor ser humano.
El poder de la intención hizo que Burning Man se convirtiera en un camino y sea una de las tres experiencias más valiosas y significativas de mi vida.
A través de la intención descubres la felicidad que viene de hacer las cosas con propósito.
Sí, sí se puede crecer en placer. Sí se puede crecer sin sufrir. Y sí se puede crecer en libertad.
Las historias vividas no terminan aquí, apenas empiezan…
Es momento de parar
En el momento que decido parar y preguntarme: ¿Para qué y por qué quiero ir a Burning Man?
Emerge desde adentro la fuerza del propósito y la intención.
Entre los maestros que han marcado mi camino, hay uno que ha dejado huella con aprendizajes vivos. Entre más me conozco a mí, más entiendo la amplitud y la profundidad de su conocimiento.
Bajo su maestría me hice responsable de mi relación con mi padre, descubrí mi propósito, y aprendí a ser y vivir intencionalmente.
Momentos de Tranquilidad se convirtió en una práctica por el impacto de su vida en la mía.
El Zorro, Raúl Romero, es la persona que conozco que más sabe y mejor enseña cómo diseñar una vida intencional vivida desde el propósito superior.
Me enseñó el arte de realizarte en las acciones que realizas. Una maestría para aprender cómo ser en el hacer.
Si estás estás en la búsqueda de tu propósito, si vives en piloto automático, si quieres claridad en cómo diseñar una vida intencional con sentido y entusiasmo:
Es Momento de Parar es la señal que estabas esperando.
Taller intensivo en Polanco
18 y 19 de octubre, de 9:00 AM a 6:00 PM
Guiado únicamente por Raúl Romero
Inversión: $5,000 por persona (cupo limitado)
Es un espacio para volver a ti, parar y escuchar tu inteligencia no artificial.
Lo recomiendo porque quiero. Me encantaría que más personas vivan lo que yo ya viví con él.
Si estás buscando tu propio camino, Es Momento de Parar es una de las mejores decisiones que tomarás por tu yo del futuro.
Más info:
Su poderoso Momento de Tranquilidad: “Querer más y querer mejor.”
Episodio Revolución de la Riqueza con
De integrar a metabolizar, lo explicaré después.