Mentalidad: tu actitud ante la vida
“La mentalidad no es que sea importante, es lo más importante.”, dijo Isra Bravo al iniciar el seminario de Mentalidad de “El Programa”.
La mentalidad marca la diferencia entre quienes hacemos algo grandioso con nuestra vida y quienes nos volvemos víctimas de la comodidad de la mediocridad.
Para mí, es la fuente coraje, confianza y fuerza del guerrero que sigue su llamado a la guerra. Y, en la profundidad de la guerra interna, descubre los deseos de su alma en un propósito superior.
Sin una mentalidad de guerrero, no podremos lograr algo significativo, con impacto real en nuestra vida y en la de los demás.
Mi mentalidad ha definido las oportunidades y caminos que se han abierto para mí.
Al elegir nuestro propio camino, entraremos al bosque por el lado más tenebroso, oscuro y solitario. Sucederán cosas que pondrán a prueba la fortaleza de nuestra mente y espíritu.
Nos perderemos frecuentemente. Encontraremos caminos bloqueados, tentaciones, trampas, críticas, envidias y rechazos.
Pero en el momento en que pedimos el deseo, autorizamos el entrenamiento para llegar ahí.
Antes de pedirlo, es más sabio cuestionar la pureza y la integridad de la intención detrás de ese deseo. Cuestionarnos hasta el cansancio para enfocar nuestra atención en lo realmente importante.
Nada nos impulsa con más fuerza, enfoque y compromiso que encontrar nuestro porqué, nuestro propósito, aquello que nos da sentido.
¿Por qué y para qué hago esto? ¿Qué significado me da? ¿Qué sentido tiene para mí?
Del significado nace el sentido. Y del sentido, el entusiasmo que nos mantiene de pie en los momentos más exigentes del camino.
Si ante ellos nos quedamos quietos, quejándonos y sin tolerancia a la frustración, involucionamos. Morimos en nosotros mismos.
En cambio, si nos movemos, creceremos y evolucionaremos.
Estaremos en una búsqueda proactiva y constante del siguiente desafío. Veremos cómo se disuelve el miedo a rodearnos de maestros cotidianos que saben más y mejor que nosotros.
Aprenderemos a escuchar lo que no se dice. A leer las señales del Gran Mecanismo. A hablar con intención. A poner atención, firme y anclada en el presente.
Aprenderemos a aprender en todo momento.
Y al comprender que la vida la pagamos con nuestro tiempo y atención, nuestras preguntas cambiarán.
¿Dónde mi presencia genera el mayor valor? ¿Dónde pongo mi regalo al servicio de la humanidad? ¿Dónde está mi siguiente acto de coraje?
Es egoísta, sí. Pero sin ese egoísmo productivo no hay trascendencia. No pretendamos ayudar a nadie sin antes hacernos responsables de nosotros mismos.
¿Y cómo hacernos responsables?
Congruencia entre palabras y acciones.
Honrar nuestra palabra y compromisos.
Enamorándonos de la perseverancia que nos aleja del 99 %.
Ritualizando la incomodidad 1 % cada día.
Y despersonalizando todo lo que tomamos personal.
Si logramos eso, nos convertiremos en maestros de la autoobservación que genera la acción deliberada, creativa e intencional.
Esas acciones nos expondrán constantemente a lo que nos da miedo, desapegándonos del resultado, porque estamos en el camino por la práctica del camino en sí, no por el destino.
La mentalidad no se forja con puros éxitos. La estructuramos en la suma de los fracasos que nos levantan y nos demuestran de qué estamos hechos.
Cada aparente fracaso superado fortalece la estructura.
Y lo que nos define como personas no son nuestros errores o lo que nos pasa, sino cómo nos levantamos de ahí. ¿Qué creamos, qué construimos y cómo evolucionamos?
Esa infidelidad con la amiga de tu esposa, la pérdida del trabajo de tus sueños, sufrir un secuestro o un abuso, son crisis que nos tocan el alma.
Desperdiciar esos puntos de quiebre que llegan una o pocas veces en la vida es un insulto a nosotros mismos. En ese dolor y confrontación interna sembramos las raíces de la persona que queremos ser.
Atravesando la crisis, nuestra mentalidad nos hará víctimas de nuestro pasado y esclavos de nosotros mismos, o renaceremos al destruirnos para reconstruirnos.
Para mí, esos errores o experiencias traumáticas son pactos que celebramos con nosotros mismos antes de llegar. Son señales que llaman nuestra atención y anuncian que llegó el momento de subir de nivel.
Son esas decisiones, momentos y circunstancias los que forjan y definen la verdadera fortaleza de nuestra mente.
Mi mentalidad es un reflejo de mi actitud ante la vida.
Asumamos todo lo que nos pasa como consecuencia de una decisión propia.
No importa si el responsable es nuestra pareja, amigo, colaborador o las fuerzas del Universo. Desarrollar esa madurez cambiará nuestra vida, porque a un ser humano con mentalidad incondicionalmente responsable se le abrirán oportunidades y caminos inesperados.
Una mente de alto compromiso se construye desde cero todos los días. ¿Cómo?
¿Qué quiero pensar, sentir, hacer, ver, comer, leer, escuchar…? Seamos curadores de lo que entra a nuestro cuerpo y mente porque el cerebro no distingue entre emociones reales y ficticias.
Al avanzar, nuestros desafíos deberán ser más grandes. Como en un videojuego, cada incremento de nivel nos fortalece e incrementa nuestra confianza.
Es clave rodearnos únicamente de personas que nos aporten valor, conocimiento, energía y vida. Y darles lo mismo o más de vuelta.
El síndrome del impostor es una señal de que estamos en el camino. Es consecuencia de nuestro crecimiento personal.
Tomar conciencia es el inicio del cambio al darnos cuenta de lo realmente importante para nosotros. Y, una vez visto, ya no podremos dejar de verlo.
Una mente inquebrantable, incansable e irrompible no se puede comprar.
No está a la venta. No se hereda. No te la da ChatGPT. Se desarrolla en nuestra capacidad de entregarnos a la experiencia.
Como dice Naval Ravikant:
“A fit body, a calm mind, a house full of love. These things cannot be bought—they must be earned.”
Y lo más importante: tu mentalidad te dará el poder de resignificarlo todo.
Something to think about…
“Desire is a contract that you make with yourself to be unhappy until you get what you want.”
- Naval Ravikant
Surreal - Festival
Durante muchos años fui DJ. Abrí conciertos y toqué por todos los antros de CDMX.
La música electrónica es una ceremonia. Un viaje. Un encuentro de energía colectiva. Es una medicina.
El próximo viernes 2 y sábado 3 de mayo en Jardín Basílico, en medio del bosque de Valle de Bravo, no va a haber un festival.
Habrá una ceremonia para bailar, sudar y viajar.
Se llama Surreal Festival.
Es para los que sentimos la música como un portal.
Con una curaduría músical de excelencia. Tocarán Satori, Mathame, Jimi Jules, Marten Lou, Andhim, Eran Hersh y muchos más.
¿Voy a ir?
No. Me toca otro viaje. Uno hacia adentro. Estaré con mis hermanos en el Camino de la Mente al Corazón.
Pero tú sí puedes estar ahí. Tú sí puedes vivirlo.
Y si vas, salúdame a Satori. Dile que un hermano lo admira en silencio.
Como todo lo que recomiendo, es por el simple hecho de compartir. No hay dinero de por medio.
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Muchas gracias por compartir, es una inspiración sanadora
Traigo en la mente volver a leer el almanaque de Naval desde hace meses y aquí la señal de dejar de hacerme pendejo. Va 🤝🏾