La Guerra Interior: En Busca del Sentido
Hace 15 días conquistaba la cima de las Rocosas Canadienses con mis hermanos. Absorbiendo. Expandiendo. Integrando. Sintiendo. Viviendo.
Lo escribí, describí y publiqué como una experiencia que simboliza “El Llamado a la Guerra”.
Un gran hermano del espíritu, Arturo Lomelí, lo leyó abierto y receptivo, y me respondió:
“… Ir a la guerra de afuera, la que se proyecta de la realidad co-construida por todas nuestras mentes entrelazadas, como lo explica la teoría sintérgica de Jacobo Greenberg, es muy apasionante, es muy masculino: es la conquista del exterior y evoca a los tiempos de gloria en la conquista, en descubrir nuevos territorios y regresar con vida a la cotidianidad.
Cuando te leía detenidamente, pensaba en cómo podríamos ir a la guerra de adentro, la que dejamos cuasi olvidada porque no es colectiva; esa es individual, no es de orden social, es la del espíritu de cada uno…”
Recibí el mensaje.
El ser humano vive dos guerras: la exterior y la interior.
La guerra exterior se vive en experiencias como “El Llamado a la Guerra”, que Arturo definió con precisión: una camaradería enfocada en conquistar, descubrir nuevos territorios y regresar con vida a compartir historias, experiencias, mensajes y lecciones.
La guerra interior es personal, íntima y se vive adentro. Es la guerra del espíritu.
Nos exige encontrar el coraje de ir a explorar las profundidades de nuestro corazón.
Adentrarnos al bosque por la parte más oscura, tenebrosa y solitaria. Descifrando un camino que nadie ha caminado antes, ni caminarán por nosotros. Entregándonos a un viaje interior, a la cruzada del alma, a la aventura del camino de la mente al corazón.
Para atrevernos a ver lo que no hemos querido ver. A sentir lo que no hemos querido sentir. A cambiar lo que no hemos querido cambiar.
Tú contigo. Tú frente a ti.
Yo conmigo. Yo frente a mí.
El testigo es uno mismo.
Es una conquista individual. Es la maestría del Ser siendo. Es el arte y la práctica del conocimiento de uno mismo.
Una incesante batalla entre nuestros deseos y la realidad.
Vivimos aprisionados en una cárcel de pensamientos y creencias, de la que solo uno mismo tiene la llave que le dará su libertad. Estamos en un lucha constante con nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra vida cotidiana. Deseamos la empresa, el dinero, el éxito, los viajes o la vida de otro.
Buscamos reconocimiento, aceptación y validación en la mirada exterior. Persiguiendo incansablemente estatus vacío, sin sentido y sin profundidad.
Si el otro me reconoce, entonces soy.
Si el otro me rechaza, entonces no soy.
Estamos en un eterno conflicto por la inprocesable proyección que hago de los otros en mí.
Y olvidamos que la mirada virtuosa, poderosa y significativa es la mirada interior.
Sin observarme, es imposible darme cuenta de que el otro es un espejo que refleja lo que necesito para evolucionar. Toda persona nos ofrece una forma diferente de experimentarnos.
La auto-observación —la mirada interior— es el arma más poderosa en la guerra interna, porque la evolución no es posible sin el conocimiento de uno mismo.
Nos observamos para superar las fuerzas y obstáculos que se oponen a nuestra evolución, encontrando las herramientas y cualidades que necesitamos desarrollar para elevar el conocimiento de nosotros mismos.
En esa experiencia es donde me reconozco, me acepto y me amo.
La auto-observación nos dará información sobre nosotros mismos, pero la información no es conocimiento. Es materia prima, no producto terminado.
El conocimiento es consecuencia de la información aplicada al Ser, a través de la experiencia.
Ganamos territorio en la guerra interior cuando ponemos esa información al servicio de nosotros mismos. Con responsabilidad radical, honestidad brutal y una devoción absoluta al vínculo más importante que tenemos: la relación con nosotros mismos.
De la profundidad del vínculo que construyamos con nosotros mismos, se desdoblará la profundidad de nuestras demás relaciones.
Si mi conocimiento sobre mí mismo es superficial y soy ignorante de lo que sucede en mi interior, mis vínculos no podrán aspirar a algo diferente, porque no podemos desear lo que no conocemos.
Si me observo, cambiaré, porque me inconformaré conmigo mismo, porque surgirán y reconoceré las conductas y patrones que me limitan, me alejan de mi esencia y del Ser que realmente soy.
Una acción observada deja de ser automática y nos ayuda a transformar la reacción condicionada en una decisión consciente. Y en esa decisión, emprendo el viaje de la mirada interior.
Una mirada que penetra en lo más profundo de nuestro espíritu. Una mirada brutalmente honesta. Una mirada con su visión enfocada en la verdad del corazón.
La guerra interior es un camino y, sobre todo, un compromiso individual. Un viaje que nos sana, nos limpia y nos integra por alcanzar la máxima reconciliación con nuestro Ser.
Una aventura entusiasta, enfocada en una dirección determinada: liberarnos de nosotros mismos para encontrarnos con nosotros mismos.
Entramos desnudos, soltando las herramientas que en el pasado nos salvaron, pero de continuar hacia el futuro, serán la balsa que me ayudará a cruzar el río, pero en la profundidad de la selva será la responsable de mi muerte.
Es una aventura para descubrir el universo que habita en nuestro interior.
Una lucha con nosotros mismos para observar y cambiar nuestros hábitos, patrones y conductas, porque sin la lucha no sabremos de qué estamos hechos.
En esa gran batalla comprenderemos que:
El respeto que debemos ganarnos es el de nosotros mismos.
El amor que debemos anhelar es el propio.
El reconocimiento que debemos buscar es el nuestro.
Y, si nuestro compromiso echa raíz en el corazón, nos convertiremos en una persona a la que nosotros podamos admirar. Seremos un humano completo y dueño de sí mismo.
Muchos viven en la ignorancia de sí mismos. No importa quiénes sean, cuánto dinero tengan o qué hayan logrado: sin ganar territorio en la guerra interior, siempre seremos esclavos de los deseos y reacciones de nuestro imaginario y su programación interna.
Cada día nos acercamos más a nuestra muerte, y el mayor sacrificio de la experiencia humana es morir sin habernos conocido y amado a nosotros mismos.
La guerra más difícil de todas es la que se vive en nuestro interior, y la única salida… es hacia adentro.
El único que vendrá a salvarte eres tú mismo.
¿Tienes el coraje de enfrentarte, o morirás huyendo de ti?
Naval Ravikant - 44 Harsh Truths About Human Nature
Chris Williamson y Naval Ravikant nos regalan una de las mejores conversaciones de los últimos años.
Naval es uno de los filósofos vivos más interesantes de la modernidad. En solo dos semanas ya tiene 1.5M de views en Youtube.
Aprenderás sobre el verdadero precio del éxito, si sacrificar tu felicidad vale la pena, qué consejo le daría Naval a su yo más joven, cuál es la verdadera fuente de infelicidad para la mayoría de las personas, cómo superar la baja autoestima, cómo sentirte cómodo siendo egoísta sin pedir disculpas, cómo sentirse cómodo con la muerte y superar el duelo, las mejores y peores maneras de gastar tu riqueza y mucho más…
La guerra interior, tan incomoda como necesaria, muchas gracias.
Esa guerra que requiere auto análisis para ser resuelta y liberarla en la mente y en el corazón, sin involucrar directamente a otras personas.
Hay que estar al pie del cañón!
Saludos
Bea Lomeli