La Contradicción Interna: Atravesando el Punto de Fricción
(Regresamos al hospital…)
Miércoles a las 00:00 horas.
Acabo de afinar los últimos detalles de la tercera entrega del Camino de la Mente al Corazón.
Salgo del estudio y escucho a Karla correr al cuarto de Mateo, gritando:
“¡Miguel, Mateo vomitó dormido!”
Lo encontramos llorando y aterrado. Su carita, sus ojos, su pelo: todo manchado. Lo cargamos, lo abrazamos y lo limpiamos. Aun así, el miedo seguía en él.
En la grabación vi que estuvo a punto de ahogarse.
Su mirada, llena de pánico al no saber qué hacer, con su mano luchando por quitárselo de la boca y voltearse.
Vomitó cuatro veces más, hasta las 4 a.m.
Minutos después, ya estábamos, por tercera vez en 45 días, en esa vieja sala de urgencias: el mismo reloj rojo, la luz penetrante, las cortinas azules.
De los ojos al estómago en dos días.
¿Ahora qué le está pasando?
Y da inicio la contradicción interna más fuerte de mi vida.
Mis dos compromisos de vida, la familia y mi llamado, uno frente al otro.
¿A cuál tendré que fallar?
Faltan 24 horas para el retiro y estoy en el hospital con mi hijo vomitando.
“Cancelar no es opción, se adelantan con Don Pepe y luego los alcanzo”, pensé.
Entonces empezó la autoexigencia:
“¿Qué clase de padre piensa en su retiro con su hijo en el hospital?”
Con el peso descomunal del juicio interno llegó la incesante fuga energética.
Me involucré emocionalmente con el problema. Estaba por perder la capacidad de procesar el significado del punto de fricción que me tiene atrapado y no puedo decidir qué hacer.
El juez interno insistía:
“Si decides ir, no serás un gran padre para Mateo. Si decides no ir, abandonarás a los hermanos que tú convocaste. Comprenderás que tu corazón no está comprometido y será mejor olvidarlo para siempre.”
La lucha no es contra un hecho; es una guerra interna contra un proceso de significación que ocurre adentro de mí. Me empuja al límite del perímetro de mi conciencia.
Pero un punto de fricción de esta magnitud es un regalo. Es la oportunidad de borrar la frontera actual y expandirla un nivel más.
Y recordé la máxima del ser que evoluciona constantemente:
Una persona es sus compromisos.
Si mi palabra no tiene valor para mí, entonces, ¿quién soy?
¿Para qué ir de la mente al corazón?
Ya son las 6:30 a.m. y no hemos dormido. Agotado, agradezco una vez más, porque sé que el que agradece no se equivoca.
Cargo a Mateo mientras recorremos el hospital y toma su suero. Le platico otra vez lo que voy a hacer: la intención, el propósito, el porqué y el para qué.
Al poco tiempo nos dieron de alta y nos fuimos a dormir a casa.
Al despertar, Karla me abrazó y me dijo:
“Quiero que vayas al retiro; ya se movieron demasiadas cosas como para que no vayas.”
Aun así, mi autoexigencia y contradicción interna me hicieron dudar de si era un apoyo real o no. Una alucinación estúpida de mi parte.
El torbellino interior de perspectivas me nubló la visión.
Quiero, pero no quiero. Me meto a la jaula o me salgo. ¿Qué chingados hago?
El punto de fricción devoraba toda mi energía, y recordé la historia que contó Alfonso Ruiz Soto:
Su padre falleció un sábado por la madrugada. Ese día y el domingo tenía doce horas de cursos presenciales de Semiología de la Vida Cotidiana.
En su contradicción interna lloró, meditó y recibió el mensaje de abrir una Biblia que le habían regalado recientemente.
Fue por ella y se preguntó: “¿Dónde la abro?”
La abrió en el separador y leyó un pasaje de Jesús que, en rojo, decía:
“Que los muertos entierren a sus muertos.”
Sus hermanos preguntaron: “¿Qué vas a hacer?”
Él respondió: “Daré los cursos.”
La lección maestra es que la vocación reclama relación.
La vocación es el encuentro con la totalidad de tu ser. Es ser fiel a ti mismo. Es ser tu propio ser.
En la práctica de tu vocación desdoblas lo mejor de ti al servicio de los demás.
Como dice Steven Pressfield:
“Your calling is like an underground river; if you don’t let it flow, it will fuck you up.”
La fuerza espiritual de la vocación es indomable. Te trasciende en todos los niveles.
No vas al velorio de tu padre, ni al nacimiento de tu nieto, ni a la boda de tu mejor amigo.
Y puta madre, así lo sentía. Un río interno, salvaje, arrasando con todo. Y yo sin comprender que esta fuerza venía directo del corazón.
Sin duda, el llamado interno es la energía más pura y elevada.
En mi desesperación busqué a algunos hermanos de mi Board of Advisors.
Y Paty Kuri me dio la llave:
“Tu vocación te está poniendo a prueba. Mientras sigas tu corazón, siempre harás lo correcto.”
En ese momento entendí:
Si no voy, dejo de ser quien ya soy.
Mi corazón decía quédate… y también: ve.
No podía cancelar a los hombres que nos confiaron su alma en este trabajo. Dispuestos a romper el cascarón y nacer en sí mismos.
Mi mente insistía: “Si no vas, los vas a traicionar.”
Mi ausencia afectaría la profundidad del proceso. Era como si Legolas abandonara la Comunidad del Anillo antes de partir. Pesaría profundamente la ausencia de un gran arquero, cuya precisión y enfoque venían del corazón.
Tomé acción y decidí ser radicalmente honesto con Ale Prian, nuestra pediatra.
Evaluamos todas las posibilidades, y me respondió: “Mateo está fuera de peligro y deberá mejorar. Y tú también tienes derecho a vivir tu propósito.”
Decidimos esperar y ver cómo evolucionaba durante el día para decidir en familia.
A punto de dormir, Mateo volvió a vomitar.
Karla, desbordada por la situación, comenzó a llorar por el lazo sagrado madre-hijo. Nos abrazamos los tres en silencio.
Mateo clavó su mirada en nosotros y, en un abrazo que dice “te amo” por debajo de la piel, sin palabras, nos dijo:
“Ya terminé…”
Y su sonrisa volvió.
Lo abracé, le dije cuánto lo amo, le di decenas de besos. Y otra vez, le pedí una señal.
Entonces llegó la pregunta: “¿Tiene corazón este camino?”
Internamente me respondí: “El Camino de la Mente al Corazón se creó en la intención de mi propio corazón.”
Sentí que me dio su permiso y me gané la estrellita para mi cuaderno.
Ya tenía una justificación de mi ausencia con mi familia para acompañar a mis hermanos en el Camino de la Mente al Corazón.
Finalmente, platicando en familia con mi gran hermano cósmico, el legendario Búho, se abrió la conversación brutalmente honesta.
La energía dejó de fugarse. Llegó la calma, y con ella, los entendimientos que no pude ver.
Me di cuenta de que:
El gran papá está adentro. No necesitamos llenar de estrellitas nuestro cuaderno para justificar nuestras decisiones ante nosotros mismos y los demás.
No le tenemos que pedir permiso a nadie para atrevernos a hacer lo que nos pide el corazón.
Nos fallamos a nosotros mismos cuando nos traicionamos y hacemos algo que nos duele en el corazón.
Karla me mostró amor en libertad, aunque yo no lo reconociera. Si perdemos la atención, nos fijamos en la envoltura del regalo, en lugar del fondo y su contenido. Nos autosaboteamos y dejamos ir lo que tanto buscamos.
El punto de fricción es un regalo para la expansión de la frontera de nuestra conciencia. En sus niveles más profundos, cuestionará nuestra vocación y nuestras relaciones más amadas. En cada decisión se define quiénes somos.
Mateo durmió entre nosotros sin despertarse toda la noche.
Al despertar, finalmente, tomé la decisión.
Y así inició la tercera entrega del Camino de la Mente al Corazón…
Something to think about…
El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas.
―Hermann Hesse
Michael Singer - The Art of Undistracted Living
The great way is not difficult to those who have no preferences.
The great way is no difficult for those who prefer everything.
— Michael Singer
La distracción es nuestra mente involucrándose personalmente con algo. Un deseo, una preferencia, un miedo, etc.
En el momento que lo hacemos personal, hay una desconexión con la realidad de lo que es, y se pierde nuestra atención.
La pérdida de la atención por las preferencias personales es una fuga energética incesable, porque es prácticamente imposible que nuestra preferencia empate con la realidad.
El problema no es la mente, es la mente cargada de preferencias presonales.
Cuando vivimos en una distracción constante y perdemos contacto con la realidad, empezamos a desear la realidad se adapte a nuestra distraída forma de vivir.
Pero el deseo es una forma de sufrir.
Como dice Naval Ravikant: “Los deseos son contratos contigo mismo para no ser feliz hasta que consigas lo que deseas”.
La mejor forma de conquistar nuestra atención es prefiriendo y aceptando todo como es.
Muchas veces he pensado en estas situaciones hipotéticas, si hacer una cosa en lugar de otra, como por ejemplo, quien se perdería un velorio de su papá o mamá, sobre que otro compromiso pudiera ser más importante para cancelar, pero no lo había visto o evaluado desde “el propósito” o tu llamado.
Gracias por la transparencia y compartir estos momentos. Abrazo.
Muchas gracias Miguel, me vino a la mente la siguiente reflexión, "Just as a sword is forged in fire, beaten into shape, and tempered to strength, so too are we shaped by the trials we endure. It is through pressure and pain that our true strength is revealed."