El que Agradece No Se Equivoca
Es domingo, 2 AM.
Estoy en un cuarto de urgencias, viendo a mi bebé sufrir. Llora desesperado, grita asustado sin parar mientras lo someten, por más de una hora, para encontrarle la vena y canalizarle el antibiótico intravenoso que necesita con urgencia.
Lo que empezó como una lagaña a las 2 PM del sábado, doce horas después se convirtió en un ojo hinchado, gravemente infectado y completamente cerrado.
Escuché al médico de urgencias decirle a Ale Prian, nuestra gran pediatra:
“Me parece que es celulitis preseptal o postseptal.”
Según yo, la celulitis eran marcas en la piel, así que investigué las consecuencias con ChatGPT.
Lo que leí fue un golpe paralizante. Un choque con la realidad.
Preseptal: persistencia de la hinchazón y ligeras molestias.
Postseptal: desde la pérdida total de visión, trombosis o una sepsis. La drástica evolución me dio miedo de que pudiera ser catastrófico.
Miré a mi amada y me quedé en silencio.
Pensé: “Por ahora esta batalla la llevo por dentro y siempre de pie.”
A los minutos, el doctor pidió urgentemente la aplicación del antibiótico y una tomografía para descartar la celulitis postseptal.
Pasó más de una hora de sufrimiento y resistencia hasta que lograron canalizarlo. Agotado, se durmió encima de mí.
En ese momento vi la hora y recordé:
Un mes antes, en la madrugada de su primer cumpleaños, estábamos en la misma sala del mismo hospital. Viendo el mismo reloj con números rojos, las luces blancas de quirófano y las mismas cortinas azules.
Pero esta vez era diferente. Ya aprendí que lo importante es regresar al centro, gracias a mi gran hermano, Raúl Romero, el gran Zorro plateado.
Y en esa quietud interna, me llegó a la mente mi maestro, Alfonso Ruiz Soto, con la frase que ha marcado mi paternidad:
“Miguelón, el mayor testimonio de amor a un hijo es la paciencia.”
Con los ojos cerrados me cuestioné: “¿Ahora qué venimos a aprender?”
Y en ese acto de silencio interno, recibí el mensaje:
“No estamos aquí para aprender. Estamos aquí para agradecer…”
Viendo a mi bebé en un grito de auxilio, sufriendo deseperadamente, llorando sin control y perdiendo el ritmo de su respiración, pensé:
“Si no sabes qué sentir, agradece.”
Agradece, para centrarte y poner tu realidad en perspectiva.
Agradece, para poner frente a ti lo que es realmente importante.
Agradece, agradece, porque el que agradece nunca se equivoca.
Agradece a Dios, Jesús, el Universo, al Gran Misterio, al Gran Mecanismo, lo que tú creas, pero agradece sin parar. Que tu lista no termine hasta que salgas del papel de víctima.
“Gracias, gracias, gracias por Mateo. Por su sonrisa que me inspira. Por cómo me grita ‘papá’. Por su papitis de los últimos días. Por ser mi maestro. Por el amor incondicional que siento junto a él. Gracias por Karla. Gracias por nuestro camino. Gracias…”
Curiosamente, por el Gran Mecanismo, un día antes publiqué un escrito sobre mentalidad.
Agradeciendo, fui congruente.
Sentí un cambio en mi energía y en mi mentalidad como actitud ante la vida. Confirmé que podemos resignificarlo todo mientras se vive en el presente.
Durante la tomografía lo veía dormido, noqueado como boxeador con un ojo herido, y pensé:
“¿Qué hice para merecer este maestro?”
Y volví a agradecer.
Estábamos en un hospital privado a 10 minutos de mi casa y con el mejor tratamiento posible. Sin estrés por la cuenta hospitalaria. Al contrario, valorando que, por la gran responsabilidad de Asegurar Momentos de Tranquilidad, puedo pagar lo que necesite para recuperarse.
Como dice mi Psicólogo del Dinero:
“El dinero al servicio de la persona.”
Sí, somos privilegiados y es importante reconocerlo. Saberlo no es culpa, es conciencia. Y conciencia exige responsabilidad.
Regresé a la sala con Mateo dormido sobre mi pecho y me acordé de la historia de Ezequiel. Un niño que se convirtió en un gran maestro de vida para Piki Martínez.
¿Qué nivel de fortaleza espiritual tiene un padre que sostiene, día tras día, la muerte progresiva de un hijo?
Cerré los ojos. Y en el silencio, no encontré una respuesta.
Llegó el doctor con la preinterpretación de la tomografía:
“Mateo parece tener celulitis preseptal. Es por fuera y con antibiótico mejorará rápidamente.”
Volteé a ver a mi amada y, por dentro, me agradecí por agradecer.
Agradecí también a Don José Campos y a Pepe Ramos, porque de ellos aprendí a agradecer con el corazón cargado de fuerza e intención.
Agradeciendo, encontré la fuerza para sostener a mi familia en la sanación de mi bebé.
Desvelado, cuidándolo, apoyándolo, amándolo, abrazándolo, comprendiéndolo, apapachándolo y reconociéndolo como un pequeño y sabio gladiador, que me confirma que el mayor testimonio de amor a un hijo es la paciencia.
La paciencia para navegar la incertidumbre y sostener a la familia. La paciencia que revela el hecho en sí y no el hecho en mí, que transforma la reacción en opción. La paciencia que me hace parar y poner todo en perspectiva.
La próxima vez que la vida te regale un punto de fricción, agradécelo.
No importa si es una discusión con tu madre, un desacuerdo con tu socio, tu noche oscura del alma o una enfermedad de tu hijo. Valóralo.
Cada punto de fricción es un regalo de la conciencia universal para tu conciencia.
Un entrenamiento espiritual para expandir el perímetro, la frontera y el límite de tu conciencia.
Es evolución, crecimiento y desarrollo espiritual para quien está atento.
Recuérdame en tu próximo punto de fricción, porque te aseguro que el agradecimiento y la gratitud transformarán cualquier situación en amor y en algo positivo para ti y los que caminan a tu lado.
Después del amor incondicional, no hay frecuencia ni energía más elevada que la gratitud.
Y esa energía, esa emoción… te la das tú a ti.
Agradeciendo podrás resignificarlo todo. En presente o en pasado, y transformarás tu futuro.
Las vivencias transformadas en experiencias elevan nuestro aprendizaje e integración en este gran viaje de regreso al centro de nuestro ser.
Te dejo con este profundo mensaje de mi maestro, Mateo:
El que agradece nunca se equivoca.
Something to think about…
Porque sólo a través de la experiencia directa, comprendes en ti, lo que haya que comprender de ti.
- Alfonso Ruiz Soto
Los amo infinito! GRACIAS GRACIAS!!
Qué gran enseñanza, hermano. Cuando no sepas qué hacer, cuando no puedas entender… AGRADECE. ¡Ahó por esa claridad! 🦉🙏