Tu camino no es el de tu familia
Aceptar lo que es
Tu camino no es el de tu familia
“La práctica consiste en operar aceptando lo que es”, nos dijo el Zorro, Raúl Romero, al cerrar el retiro entre mi padre, mis hermanos y yo.
Aceptar lo que es.
No lo que quiero. No lo que anhelo. No lo que debería ser.
Lo que es.
Dos días que fueron de los más desafiantes de este año. “Aceptar lo que es” parece simple, pero para mí la familia es la prueba máxima. ¿Ganar una batalla a través de mi razón o terminar la guerra firmando la paz para recuperar mi libertad?
Hace 4 años escuché la reveladora entrevista de Oso Trava a Raúl. Es una de las cinco mejores entrevistas que he escuchado. Tomé muchos insights sobre las experiencias y conocimiento que compartió, y al final pensé:
— Este cabrón sí sabe qué pedo. Veré cómo aprender de él.
Al poco tiempo lo conocí en un evento de Cracks Mastermind y le pedí su celular.
Cuatro años después estamos en el cierre del coaching de mi papá y mientras lo observo desdoblar su maestría y horas de vuelo en servicio a la integración de mi familia… conecto los puntos y me asombra que, cuando eliges vivir tu propósito y ofrecer tu regalo al mundo, todo es posible.
Son muy misteriosas las sorpresas, las aventuras y el orden de la vida.
De un podcast a caminar por Chapultepec, a trabajar mi sombra en relación a mi padre, a compartir lo más sagrado para mí: el camino de la Mente al Corazón, a Re-Evolución Personal, al coaching de mi papá, a 12W… a convertirnos en hermanos del camino.
Vaya privilegios encarnados en experiencias, aventuras y hermagos maestros que aparecen en mi camino. Frecuentemente me cuestiono si soy digno de ellas y entiendo que lo mejor que puedo hacer es agradecer y ser responsable, porque el privilegio no te da una gran responsabilidad.
Es la responsabilidad la que te da un gran privilegio.
Y al ejercer esa responsabilidad he descubierto mi incongruencia, mi sombra y las actitudes que, contrario a unir en el amor, separan en la búsqueda de la razón.
Entonces, para este proceso de integración familiar, ¿quién mejor que el Zorro Romero? Conoce su nivel de influencia, sabe todo de mí, sabe cómo exigirme y sabe ponerme en mi lugar.
Bajo su maestría en este pequeño viaje para la evolución y transformación de la familia… no estuve a mi nivel, no estuve a la altura, me quedé pequeño ante mí mismo.
La sombra se apoderó de la luz.
El entrenamiento no fue suficiente.
Otra vez, la razón por encima del amor.
Perdí mis herramientas y la autoobservación. Entré en modo defensivo, reaccioné e hice todo lo que me caga que me hagan a mí:
Cantarles lo que he hecho por esta familia.
Pendejearlos al sentirme más evolucionado.
Comunicarme de forma agresiva con mi padre.
Mientras más presionado, más acorralado y más vulnerable me sentía, más a la defensiva me ponía. Sacando escudos para bloquear las flechas que traían el mensaje con la otra parte que también es verdad.
Por mi mente había oleajes de descontrol y caos interno.
— ¡No mames! Encima de que estamos reunidos aquí por mí, ahora resulta que yo soy el culpable de este desmadre.
Por momentos la incomodidad me hizo cuestionar la dirección tomada. Sentía como si yo fuera el responsable de la situación familiar que juré no haber provocado.
También hubo momentos de luz y claridad en los que observé el significado profundo: el niño todavía quiere el reconocimiento de su padre.
Lo observé con distancia crítica, conecté los puntos y finalmente entendí que mi camino no es el de mi familia. Mi camino no es el de mis amigos. Mi camino no es el de la empresa de mi padre y su socio.
Mi camino es el mío y es de nadie más.
Y el único que puede reconocerse por transitar lo hermoso y desafiante de su camino es uno mismo.
¿Cuándo es suficiente de buscar el aplauso en las manos de otro, la validación en las creencias de otro y la aceptación en las palabras de otro?
Buscar el reconocimiento nos reduce a una expectativa ajena y se pierde la libertad más grande: ser uno mismo.
El coraje de atreverme a compartir y conectar ha sido el tejido y el tejedor de lo más significativo de mi vida. He aprendido que hay una delgada línea entre compartir porque te importa (sharing is caring) y compartir esperando un reconocimiento a cambio.
Por eso me cuestiono tanto: ¿desde dónde hago lo que hago?
En este proceso con Raúl descubrí que compartir con ellos lo que me encontré en el camino para salir de la dinámica familiar obedece a querer mejorar su calidad de vida, y también, a una necesidad inconsciente de no regresar a tocar el lugar que me duele. Compartirles se transformó en un vehículo para sacarnos de ahí, porque si salimos de ahí se termina el dolor del niño que vive en el adulto.
Les comparto porque me importan, y también, porque me duelen.
¿Y hasta dónde les compartí?
Decenas de libros y podcasts. Coaches, terapeutas personales y de pareja. Consultores y consejeros para las empresas. Procesos de autoconocimiento. Y hasta un retiro de Ayahuasca con mi padre y mi hermano menor.
Todo sostenido en la fuerza del niño que no quiere sentir ese dolor.
Y, como me dijo Pablo Sánchez (el Psicólogo del Dinero):
— “¿En qué momento se rompe el falso caballaje de este motor?”
Se rompe cuando acepto lo que es y, desde ahí, reconecto con la fuerza del amor.
Es verdad que mi familia me dolió, y también, es verdad que:
Me enseñó a definir y poner límites.
Me enseñó que el viaje es hacia adentro.
Me enseñó el camino de la Mente al Corazón.
Mi familia tiene luz y tiene sombra. Sin lo que significó la historia con ellos para mí, no hubiera descubierto que nací para crear y dar Momentos de Tranquilidad.
Cuando acepto y reconozco lo que es, entonces, entiendo que tenía que nacer en esta familia con personajes tan distintos y donde cada uno haría su parte para crear las condiciones propicias para atreverme a volar tan alto y lejos, al grado que me llamarían el Halcón, y ahora debo aprender a regresar… no como el maestro que ha experimentado unas cuantas cosas, sino como el hijo primogénito y el hermano mayor que nunca se fue.
Sin mi familia no podría ofrecer mi vida a lo que amo.
En busca de claridad me acerqué al maestro que me recuerda: “Te conviertes en lo que haces” y me dijo:
— “Fue un examen en donde te hicieron preguntas que no venían en la guía de estudio.”
Así entendí que lo realmente importante no fue reprobar el examen, sino en lo que me convertiré en el hacer del aprendizaje obtenido.
Como me dijo Raúl frente a los hombres de mi familia:
— “Cantarle a tu papá frente a nosotros en la ceremonia es tu zona de confort (según él). Tu siguiente nivel está en cantarle en una junta de consejo y en la vida cotidiana”.
Cuando aceptamos lo que es, reconocemos y agradecemos que la familia en la que nacimos fue lo mejor que nos pudo pasar para ofrecer nuestro regalo al mundo y ser quien estamos destinados a ser.
Observa a tu familia…
Acepta, reconoce y agradece lo que es.
— Miguel
Something to think about…
Porque solo a través de la experiencia, comprenderás de ti lo que haya que comprender de ti.
— Alfonso Ruiz Soto


