Ofrecer tu regalo al mundo (Parte I)
Burning Man VIII: El Final
Hoy cierro el ciclo de ocho escritos sobre mi experiencia en Burning Man.
Es una de las historias más fascinantes que algún día contaré a mis hijos, porque en su cierre entendí —en cuerpo y alma— que todo es posible.
Gracias por acompañarme.
Ofrecer tu regalo al mundo (Parte I)
Estoy convencido de que todos llevamos dentro un regalo que ofrecer al mundo.
Ese regalo en su sello lleva nuestra esencia y, al descubrirlo, no hay plenitud más grande que ofrendarlo.
Burning Man tiene 10 principios que nos guían para crear la energía y frecuencia que da acceso al campo cuántico.
Para mí hay dos principales: Gifting y Participation.
Gifting: Dar por el simple hecho de dar, sin esperar nada a cambio y sin llevar la cuenta. Tus regalos son tan significativos como tu capacidad de expresarte a ti mismo.
Participation: Involucrarte intencional e íntimamente con lo que sucede mientras sucede. Toda experiencia te da en la misma medida que tú te das a la experiencia.
La clave es mezclarlos: participar íntimamente mientras intencionalmente ofreces tu regalo al mundo.
Meses antes de ir al desierto, escuché un episodio de Yannina Thomassiny platicando sobre los regalos que ha dado y recibido en Burning Man. Me puse creativo para que mi gifting tuviera una conexión directa con mi vida cotidiana, porque si regalo una parte de lo que soy, regalo un significado.
Llevé cuatro diferentes regalos que aumentaban en significado e intimidad:
Electrolitos: La hidratación es fundamental para preparar la mente y el cuerpo para una experiencia de esta magnitud.
Fotos (Instax): Para inmortalizar expresiones de amor, gozo y libertad.
Abanico: En el sofocante calor desértico el abanico simboliza el aire de las alas de un Halcón para una limpia energética.
Armónica: Compañera del Búho desde los tiempos del Premio Nobel de la Paz en 2016, la armónica del Gran Mecanismo, bajo sus notas inmemoriales, ha dado a cada hermano del Camino de la Mente al Corazón su animal de poder como símbolo de su esencia más elevada. En un abrazo de corazón a corazón, te regalaría una nota para llevarte en un viaje por tu mundo interno.
Todos los días llevaba los cuatro regalos en mi mochila.
Regalé electrolitos en el camp, en los raves y a toda persona que necesitara hidratarse. Las fotos requerían pausar, poner atención y entrar en la experiencia del otro para pasar del flow individual al colectivo e identificar un momento que pidiera ser capturado.
La primera foto que regalé se la di a Joezi al inmortalizar un momento en el que, durante uno de los mejores raves que he vivido, con sus hermanos se fundió en un abrazo de amor por la vida.
Regalé más de 100 fotos capturando todo tipo de momentos hasta que la cámara dejó de funcionar. Regalé a DJ’s, a parejas entregadas al amor, a quienes su presencia elevó mi energía, a mujeres bailando en el DJ Booth, a los outfits más creativos, a mis hermanos del camino y más.
El abanico y la armónica representaban un nivel de intimidad superior: un vínculo energético, una muestra de servicio desde el corazón y un regalo de mi historia.
Durante una lluvia nocturna, refugiado con mis hermanos del camino, nos juntamos a compartir la palabra y recordar. Sentí el llamado a iniciar la armónica en Burning Man; fui por ella, regresé y a Javier, Manolo, Mike y Sebas —todos iniciados con su animal de poder— les pedí cerrar los ojos, respirar y relajarse.
Para llenar intencionalmente el espacio de ese silencio, regalé uno a uno las primeras notas de la armónica en el desierto, para reconectarlos con su animal de poder como símbolo de guía y fortaleza para esta experiencia.
Uno de los momentos más simbólicos de la armónica fue la ceremonia que celebró la unión de los caminos del Lobo (el Señor de los Hielos) y su amada Ceci al atardecer. Después de varias palabras que recibieron llenas de amor, pensé: sellemos este momento en sus corazones, no con palabras, sino con las inmemoriales notas de la armónica del Gran Mecanismo.
Me acerqué, los abracé, unimos los tres corazones, regulamos nuestra respiración y sistema nervioso, y nos conectamos para viajar con la armónica al recuerdo del amor en libertad.
La armónica ya no solo nombra animales de poder, también celebra uniones en amor y libertad.
Al siguiente día fue la discusión con mi hermano Javier que me hizo preguntarme: ¿qué me quita libertad?
Y emprendí una misteriosa aventura por las profundidades del desierto, para finalmente comprender que desde las alturas de mi montaña llena de razones, solo pierdo de vista mi paz y libertad.
Después de esa revelación, descansé antes de la noche más emblemática de la semana: la noche en que The Man Burns.
Medité en mi shiftpod con las técnicas inspiradas en Joe Dispenza. Me visualicé habiendo vivido experiencias de autoconocimiento que me llevaron al límite del asombro, para integrar en mi alma que todo es posible.
The Man Burn es el clímax de la semana. Ese día, el hombre de madera y doce metros de altura cumple su propósito: quemarse.
Durante una semana todos volcamos nuestra energía, pensamientos y sentimientos en el Man y en el Templo. El acto es una liberación en la que el fuego nos recuerda lo inmediato y efímero de la experiencia humana. En un abrir y cerrar de ojos nuestra vida se consume como la madera con el fuego.
Ese momento puede significar nada para algunos, significar el cierre de un ciclo y la esperanza de un nuevo comienzo para otros y para unos más simboliza un nuevo año. Para mi representó quemar lo que me impidió la reconciliación interna y con ello abrí el recuerdo de mi esencia para vivir en mi propósito y dar mi regalo al mundo.
“It is a blank canvas onto which to project your own thoughts and feelings, a ritual outside of context and unfettered by explanation.”
— Larry Harvey (Artista americano, filántropo y activista. Co-Fundador de Burning Man).

Inmediatamente después de la quema de El Man, Eduardo Castillo, maestro de ceremonias, ofreció un live performance de dos horas en la pirámide.
Todos estábamos ahí para participar, entregarnos, bailar, abrazarnos y conectar a través de la música, la energía y la libertad.
Empezamos sentados, con nuestra atención en lo que sucedía en nuestro mundo interno, mientras Eduardo creaba una atmósfera de expresión auténtica dentro de la pirámide. Un espacio para liberar emociones y sentimientos sin juicio, sin represión, y con la libertad de encontrarte con tu esencia.
En cuestión de minutos todos nos levantamos a bailar para sentir cada onda, cada sonido y cada instrumento. Llegó el punto de no retorno: la pirámide despegó, y nosotros con ella.
Sentí el llamado del abanico.
Fui por él. Lo tomé con la misma intención, respeto y entrega con la que Don Pepe Guacamayo toma su chakapa. Por segunda vez sentí lo incomprensible desde aquella noche de maloca en la que abrí las alas y me elegí a mí mismo.
“Es momento de crecer en el placer de ser uno y el mismo”, escuché internamente.
Comenzó una oleada de abanicazos: ese aire intencionado, refrescó el cuerpo y la mente, y liberó los bloqueos energéticos de cualquiera que estuviera en la pirámide.
La intuición guiaba mi camino y el corazón dictaba quién seguía, por dónde empezar, cuánto tiempo y cómo terminar. Sin importar físico, religión, género, orientación sexual, actitud o cualquier prejuicio todos fueron bienvenidos a la Calma y Tranquilidad del abanico.
Al terminar la ceremonia de Eduardo Castillo, miré hacia atrás y mis ojos centraron en mi hermana curandera, Fer González.
Escuché el llamado de la armónica, la tomé, le pedí un momento; nos abrazamos corazón a corazón, cerramos los ojos y, en el silencio entre DJs, le regalé un armonicázo desde el respeto y la admiración que tengo por ella. Un momento que selló nuestra hermandad.
Siguió Crsto, que no solo mantuvo la energía, sino la tomó con maestría y la elevó a una nueva dimensión.
Agradecido con Dios, la Vida y el Gran Misterio por esta experiencia, algo rompió mi conexión: perdí la armónica del Gran Mecanismo.
Shockeado me acerqué con Ceci y Javier, y les dije:
— Miguel: ¡No mamen, perdí la armónica! No sé cuándo se me cayó… ¿Qué va a decir el Búho?
— Javier: No mames, Mike, ahorita la encontramos entre todos, hermano.
— Ceci: The playa provides, confía.
Guardé silencio. Pensé en el Búho. La respuesta llegó con claridad: confía en el Gran Mecanismo.
Les dije:
— No puedo hablar y escribir tanto del Gran Mecanismo sin confiar en él. Si regresa a mí, es porque alguien más la tiene que escuchar; si no regresa, es porque alguien la necesita más que yo.
Al saber que estaba en una falla en la matrix, me entregué al abanico para mover suficiente energía y que la armónica regresara a mí, si ese era su destino.
Con técnicas de respiración que hice con David en la pirámide por la mañana, elevé mi energía hasta reconectar con el servicio.
Mujer tras mujer, hombre tras hombre, hermano tras hermano, dirigí el aire para despresurizar la intensidad de la energía, ayudarlos a calmarse y sintonizar con el momento sin perderse en el éxtasis.
Lo hice con más de 150 personas, hasta salir por aire para hacérmelo a mí mismo.
Para ese momento me había olvidado por completo de la armónica. Al entrar de nuevo, llegó Ceci y puso la armónica frente a mis ojos.
Por dentro sentí lo que mi amigo,
, llama el milagro del servicio: dar para recibir aún más.La forma más congruente de agradecer fue con un armonicázo. Cargado de energía, soplé las notas inmemoriales y recordé a cada hermano nombrado con esa armónica, para que Ceci recibiera un mensaje que la acompañe en su camino a la familia junto al Lobo.
Salí de la pirámide de PlayAlchemist agradecido y entusiasmado por todo lo que me dio: desde la reconciliación interna hasta seguir el llamado para reconectarme con el milagro del servicio.
Rodé al Mayan Warrior con gratitud por confiar en el poder de mi intención. La magia de la noche siguió y los que sobrevivimos bailamos, reímos y gozamos hasta después del amanecer.
Llegamos al camp a descansar y al strike. El domingo inicia el principio del final del experimento humano más sofisticado de la historia. Debemos dejar el desierto sin rastro, como si nada hubiera pasado.
Pero el fuego de el Man y la pirámide no fueron el final.
Faltaba el cenit de esta aventura: el momento más ceremonial, simbólico y espiritual de Burning Man — la quema del Temple of the Deep.
Nunca imaginé que el fuego del Templo me pediría, una vez más, entregarme a mi verdad…
Continua el domingo 6AM.




woww hermano Halcón!! qué gran recordatorio.. Ofrecer nuestro regalo a mundo y confiar que estamos sostenidos por el Gran Mecanismo para darlo con todo el corazón. Qué momentos tan más mágicos hemos tenido la oportunidad de compartir.. gracias GRACIAS!!!
Gracias por cada regalo en el momento perfecto, en el lugar perfecto, lobo y yo los llevamos en el corazôn 🤍.
El universo siempre estuvo puesto para recibirte de esa forma. 💫