Un año de Paternidad - Parte 2
Lo más desafiante del primer año de paternidad no fueron las noches interminables, el inconcebible cambio de prioridades o la falta de tiempo para mis prácticas.
Lo más complicado ha sido mi relación de pareja.
Cuando compartes que vas a ser papá, normalmente te dicen: “aprovecha y duerme todo lo que puedas”, “tu vida cambiará por siempre” y “olvídate de tu tiempo para ti”.
Muchos papás aprovechan para escupir la mierda atorada porque siguen sin aceptar su nuevieja realidad. Sus palabras y el entusiasmo cuando te felicitan te dan una señal de cuánto han gozado o sufrido su paternidad/maternidad.
Una mañana en Wealth Mastery, Karla y yo platicábamos con mi querido Psicólogo del Dinero, Pablo Sánchez, sobre el desarrollo de nuestro embarazo y su paternidad.
No nos habló de desvelos y cansancio, de cambiar pañales o de sentirse desplazado por su hija. Fue vulnerable y nos compartió lo que solo diría alguien que se conoce a sí mismo:
“Lo más difícil de ser papá es mi relación con Mariana”.
¡Uffff! Transparencia, verdad y claridad.
Sentí como si yo mismo me estuviera dando ese mensaje.
Sus palabras fueron un regalo e hicieron suficiente eco para preguntarme: ¿Cómo evolucionamos de pareja a familia con el mayor gozo y estabilidad posible?
Decidimos tomar terapia de pareja con Leo Lee para construir un nuevo piso, en lugar de después cerrar una grieta emocional que nos regrese al punto de partida. Trabajar con él ha sido una decisión clave para nuestra familia.
La vida en pareja es un proyecto de vida en común. Tenemos valores, compromisos, acuerdos, y cada uno da lo mejor para que eso prospere. Alineamos nuestros proyectos personales en una visión compartida.
Cuando llega el embarazo, inicia la aventura más espiritualmente transformadora y genéticamente compleja de la naturaleza: la creación de una vida humana durante la transformación de mujer en madre.
El embarazo, el parto y la lactancia son el mayor acto creativo y místico de la naturaleza, y son la suprema experiencia humana.
El embarazo es la antesala del encuentro de la madre con su propia sombra. Surgen las heridas abiertas que pondrán en duda su autoestima y amor propio los próximos meses o años.
Frente al espejo inicia una incesante batalla mental entre la mujer y la madre.
Para el fin de la batalla, es necesaria la aceptación radical de la muerte de la mujer, para dar espacio al nacimiento de la madre. La mujer se tiene que hacer a un lado porque la madre es la expresión más pura de lo femenino, de la creación y del amor incondicional.
La madre es la versión más evolucionada de la mujer.
Y nacer a una nueva vida con un nuevo cuerpo, responsabilidad, rol y rutina, duele y mucho.
La madre y el padre fusionan sus linajes con todo el amor y dolor de sus ancestros, y nace un nuevo destino.
Nace un bebé, nace una mamá, nace un papá y, juntos, nace una nueva familia.
La fusión de dos linajes implica una nueva dinámica familiar donde se asumen roles de madre y padre. En una pareja tu vida personal está en primer plano; en una familia, tu vida personal pasa a segundo plano.
Ya no decides por ti en concordancia con el otro: las decisiones involucran la estabilidad, desarrollo y bienestar de los hijos. Ellos activan el propósito fundamental del proyecto de una familia: criar, formar y lanzar al mundo personas conscientes, seguras de sí mismas y con hambre de evolucionar para inspirar a otros a transformarse en mejores seres humanos.
La magnitud de ese proyecto rompe con la intimidad de la pareja y se vuelve un laberinto complejo y dinámico, en constante cambio, que todavía no sé si tiene salida.
La intimidad no es solo física, también es intelectual y emocional. La intimidad es el mayor placer de la vida en pareja; no puede perderse.
Madre y padre empezamos en un extremo del laberinto sin saber a dónde ir, a dónde voltear o si estamos dando vueltas en círculos. Sentimos desesperación y frustración, la falta de sueño nos deja sin energía, y lo más fácil es reaccionar y culpar al otro de mi incapacidad para reencontrarme conmigo mismo en mi nueva realidad.
Reacción tras reacción, nos olvidamos de que solo uno mismo es responsable de llegar al punto de encuentro de la pareja. Sin adoctrinar, criticar o enjuiciar al otro.
El laberinto lo recorremos oscilando con dos actitudes:
La viciosa y destructiva, con juicio, crítica, soberbia, comparación y competencia.
La virtuosa y constructiva, con respeto, agradecimiento, humildad, valoración, colaboración y perdón.
Como el laberinto todavía no tiene salida, más nos vale encontrar el sentido para recorrerlo con entusiasmo: amando, apoyando, comprendiendo, disfrutando, inspirando, compartiendo y reconociendo.
En lugar de provocarnos dolor con comparaciones y juicios que nos envenenan y separan, paramos y volteamos a la mirada interior:
Doy en lugar de exigir.
Reconozco en lugar de comparar.
Agradezco en lugar de enjuiciar.
Valoro en lugar de criticar.
Intimidad en lugar de indiferencia.
Porque solo llegaremos al punto de encuentro de la pareja poniendo el amor por delante del orgullo.
Y solo irá el amor por delante del orgullo si cada uno nos hacemos radicalmente responsables de nuestra experiencia y sus significados porque, como bien me dijo Leo Lee, “todo lo que me duele en mi pareja es algo que tengo que trabajar en mí mismo”.
Todo lo que mi pareja me proyecta me habla más de mí que de ella. La proyección es el lenguaje simbólico del espíritu, el lenguaje de la evolución.
Entonces, la relación de pareja es la única obligada al crecimiento individual para mantener encendida la chispa de la polaridad y la admiración.
Y cuando algo no crece, se pudre. Y eso empieza con uno mismo.
Por eso, el amor propio es la vitamina más importante de la familia. Todo lo que hago desde la responsabilidad, el compromiso y la congruencia automáticamente impacta positivamente en mi pareja y en mis hijos.
Entre más me amo, más los amo. Entre más me cuido, más los cuido. Entre más me respeto, más los respeto.
El matrimonio es la gran casa de los espejos y nuestra pareja es el regalo del universo para evolucionar y ser una mejor persona.
Recuerdo que un día deseamos tener un hijo e iniciar el camino a una familia plena, libre y auténtica. Solo que olvidamos que, en el momento que deseamos algo, autorizamos el entrenamiento para llegar ahí.
La familia es un camino en el que la pareja es el sustento de la familia, el individuo es el sustento de la pareja, y la conciencia, el sustento del individuo.
Un año después sé que la familia fue el camino más significativo que pude escoger.
Y si eres hombre, estáte atento, presente, dispuesto y con el corazón abierto para no perderte la evolución más poderosa de todas: la de tu mujer en la madre de tus hijos.
Leo Lee - Contacto
Leo ha sido un soporte clave en nuestra transición de pareja a familia.
Si quieres escucharlo, te dejo dos de sus entrevistas:
“El camino hacia el amor propio” en Revolución de la Riqueza con
.“Las personas aman a las personas que se aman” en Conquista tu Mundo.
Su contacto es: +52 55 3247 0854 y leonardo@holafamilia.com.mx
El mejor año juntos, los amo!!
Muchas gracias, es hermoso ser parte de una familia, cada esfuerzo tiene una razón. Que te mejores.