“Ahora no hay tiempo para aburrirse. La felicidad desapareció en algún lugar de la tierra y solo nos queda el asombro.”
— Roberto Bolaño
Me leyó y recordó mi hermano, el Delfín, al amanecer del segundo día.
Una frase que adquirí como mantra para que, junto a mi intención, emprendiera la misión de la búsqueda del asombro.
Enfocado en mi intención y en el mantra, instalé con entusiasmo y precisión los plásticos que cubrirían el lodo del offering area y dance floor de nuestro camp. Me tocaba porque justo ahí, cinco días después, ofrecería un extended DJ set de 4.5 horas.
Pasaron los minutos y fue impactante acompañar a cientos de personas a reconstruir en horas una “ciudad” arrasada. Lo hicimos sostenidos en principios humanos que trascienden religiones, fronteras y creencias, y sobre todo, en la voluntad de servir al otro.
Por la tarde salimos a explorar la ciudad y en mi mente se instaló una frase: no hay tiempo para aburrirse… solo queda el asombro.
¿Cuándo fue la última vez que tu vida te llevo a crecer en el asombro? ¿Cuándo fue la última vez que algo te dejo sin palabras y comprendiste que no se trataba de describir, sino de sentir?
En la entusiasta misión de encontrarme con el asombro, sentí el llamado a explorar el desierto con más y más fuerza… Y está en mi naturaleza seguir la magia de los llamados.
Pero algunos de mis hermanos no estaban listos. Pasaban los minutos, las medias horas, la hora… y la prisa interna creó una contradicción dentro de mí: ¿me adelanto o los espero?
Recordé los consejos del Lobo, Joeche y sus 16 años de experiencia, y Zoe Nightingale: “En Burning Man haz lo que te nazca, entrégate a la experiencia y no esperes o estarás esperando el resto del viaje. Debe ser un ejercicio de atreverte a elegir lo que tú quieras.”
¿Aventurarme y dejar que la playa (el desierto) me sorprenda? ¿O hasta qué momento esperar? Cuando me di cuenta, ya era tarde. La desesperación se había instalado en mí, y reaccioné apresurando a los que ya estaban listos.
Finalmente salimos a explorar y rodando por la playa, reflexioné sobre mi actitud y sobre cuál sería mi línea para seguir o no, los llamados de la playa. El extremo opuesto a mi intención de servicio era tener una actitud que friccionara la energía del grupo.
Decidí y me comprometí a que eso no volvería a pasar. Hablé con dos de ellos por separado y les dije: “si mi actitud o algo que haga te molesta, dímelo abierta y transparentemente, por favor.”
Con la llegada de la primera exploración nocturna, Black Rock City se transforma y se siente como estar en un planeta de Star Wars.
El misterio de la noche es indescriptible, y lo es aún más cuando no hay tiempo para aburrirse.
Tantas personas. Tantos colores. Tanta música. Tanta expresión libre y auténtica. Tanto arte como formas diferentes de entenderlo.
Donde sea y con quien estés, sientes la fuerza del amor, la intensidad de la energía y la expresión única de la libertad.
Miles de bicicletas con colores, formas, patrones y mensajes diferentes rodaban, siguiendo el corazón de quien las conducía hacia el llamado de la música y el arte.
Y nosotros seguimos la señal que envía un mensaje al iluminar la oscuridad del desierto. Un mensaje para ser interpretado por los ojos de quién la miran.
La señal que recuerda a los Burners dónde hay una gran fiesta. A quien está perdido, dónde bailar música sofisticada. A quien está lejos, a emprender una aventura por la playa para llegar ahí. Y a quien está solo, dónde encontrar su casa fuera de casa.
La señal que en la superficie revela la ubicación de una gran fiesta a Burning Man, pero en la profundidad es un portal que me conectó con el asombro.
Un asombro tan intenso que me esforcé tanto en pensar cómo iba a describirlo al escribirlo, hasta que entendí que el asombro no se describe. El asombro se siente.
Y al abrirte a sentirlo y dejarlo entrar: el asombro te habla.
Y fue el asombro quien me contó la historia de lo que mis ojos estaban viendo: el Mayan Warrior Galaxyer.
“El láser de ese artcar es un mensaje interpretado a través de los ojos de quien lo mira. En la superficie es una señal para Burning Man; en la profundidad es una invitación para quien, desde el Universo, contempla la fiesta de la experiencia humana.
Lo que tienes frente a ti es la manifestación proveniente de la máxima creatividad y expresión humana.
Es la visión hecha realidad de un equipo integrado por los magos de cada disciplina. Es la fuerza espiritual de una intención y un propósito compartido que, tras arder1, renació como el ave Fénix en las cenizas de un nuevo ciclo, creando un portal que nos conecta con el asombro.
La línea de tu propósito debe ser tan recta, visible, inspiradora, clara y luminosa como el láser del MW Galaxyer.
Recta, porque ante las curvas y sorpresas de la vida te mantienes ahí. Es inquebrantable.
Visible, porque no hay que tener miedo a mostrarlo al mundo.
Luminosa, porque ilumina el camino a quienes en la oscuridad van junto a ti.
Clara, porque nace de la intención de tu llamado y la fuerza de tu corazón.
Inspiradora, porque nadie más que tú puede dar tu regalo al mundo.
Fue precisamente en ese momento que sentí el florecer de una semilla que sembró en mí la certeza de que todo es posible.
Recibí ese mensaje tan significativo para mí mientras bailaba con mis hermanos en algún lugar de la tierra, al ritmo de la música más sofisticada, envuelto en una atmósfera de energía, amor y creatividad durante el misterio de la noche.
Pronto le preguntaré a Pablo Gónzalez: “¿qué significa ese láser para ti?…”
Mientras tanto, ya no hay tiempo para aburrirse. La felicidad desapareció en algún lugar de la tierra y solo nos queda el asombro.
PD: gracias, hermano Delfín, por este significado.
En 2023 se incendió el Mayan Warrior en una carretera mexicana (más información).