Los Cuatro Acuerdos de Don Miguel Ruiz son un pacto personal para ser quien realmente somos.
Son un brújula para deshacernos de la respuesta mecánica y la reacción condicionada.
Sé impecable con tus palabras.
No tomes nada personal.
No hagas suposiciones.
Haz siempre lo máximo que puedas.
Y también hay un Quinto Acuerdo que ha pasado desapercibido.
Sé escéptico, pero aprende a escuchar.
Se trata de cuestionar todo lo que escuchamos, incluyendo nuestras propias creencias y manteniéndonos abiertos a la verdad que otros nos puedan mostrar. Es aprender a ver tu realidad desde la verdad, más allá de las palabras.
Las palabras son un conjunto de símbolos que, una vez comprendidos, utilizamos como lenguaje para interpretar la realidad y comunicarnos con otros y con nosotros mismos, pero no son la realidad en sí.
Los símbolos van desde una imagen, el color, un gesto, nuestra postura, la música, el silencio y hasta la mitología.
Actúan entre sí y, sumados a nuestros condicionamientos biológicos y culturales, nos dan una interpretación única de la realidad.
El problema está en asumir que todos interpretan la realidad como nosotros, pero es precisamente por esos condicionamientos únicos que nadie interpreta la realidad como tú lo haces.
El Quinto Acuerdo no es la búsqueda de una verdad absoluta. Es aprender a interpretar la realidad sin el filtro de condicionamientos creado por nuestros pensamientos, creencias y valores.
Entonces, si todo símbolo significa algo, ¿realmente significa lo que creemos que significa o es una interpretación sesgada desde el filtro de nuestra propia realidad? ¿Qué tan flexible es mi mente al escuchar una verdad diferente a la mía?
Por eso, escuchar es un arte que se practica estando atentos, abiertos y receptivos.
Atentos, porque nuestra atención es el canal por el que recibimos y enviamos mensajes. Donde está nuestra atención, está el enfoque de nuestra energía.
Where attention goes, energy flows.
—James Redfield
Abiertos, porque debemos cuestionar el lente con el que filtramos la realidad. Aprender a desaprender.
Receptivos a integrar una nueva perspectiva, porque todo tiene múltiples significados. Como dice mi gran hermano, el Zorro, Raúl Romero: “desde nuestra trinchera todos tenemos la razón”.
Y escuchar es una práctica porque, por más que la hagamos, debemos regresar a ella para mantenernos en el camino. Regresamos porque la forma en la que nos presentamos a la práctica determina la forma en la que nos presentamos a la vida.
Si la práctica no se practica, se olvida.
Toda práctica sostenida se convierte en una habilidad. En mi caso, siento tener una habilidad para autoobservarme en la vida cotidiana y actuar en consecuencia.
Hace unos años me di cuenta de que podía estar en una conversación con alguien que, ante mí, tiene autoridad y estar más atento, abierto y receptivo a lo que comparte. Sus palabras generan un significado que resuena con mayor fuerza y les doy un mayor poder de influencia.
Por otro lado, al estar en una conversación con alguien que no representa una autoridad en un área de mi interés, caía en la distracción. Condicionado a los sesgos y fuerzas invisibles de la persuasión e influencia en la psicología humana.
Me cuestioné cómo cambiarlo, porque el que perdía no era el otro, era yo al dar por sentado que yo iba por delante de esa persona.
En ese cuestionamiento comprendí que, si todo significa, entonces toda persona es un espejo. Y un espejo no tiene filtros porque solo refleja lo que es real.
Hacerme consciente del impacto de esas fuerzas psicológicas mientras suceden me ha permitido bajarle dos rayitas para recobrar mi atención, apertura y receptividad; para aprender a escuchar y darle el valor a la persona por lo que verdaderamente es y no por el estatus o autoridad que representa.
Practicar esto constantemente es crucial, porque el verdadero maestro no va vestido de maestro: aparece en cualquier rostro, en cualquier palabra, en cualquier momento.
Entonces, si verdaderamente estoy comprometido con la máxima expansión de mi ser, el único camino es el de un peregrino de la vida que la camina con la humildad para escuchar.
Sin interrumpir. Sin enjuiciar. Sin filtrar. Sin cerrarme. Sin quejarme.
Escuchar con atención es dar al otro la oportunidad de tener la razón y descubrir una nueva perspectiva en mí.
Si no aprendemos a escuchar con atención, apertura y receptividad, es imposible evolucionar.
Para evolucionar es necesario ser receptivos a la orientación, tanto de otros como de nosotros mismos. Si creemos que nos la sabemos todas y solo escuchamos a los que creemos que van por delante de nosotros, empezaremos a involucionar.
¿Qué valor tiene un consejo, coach o terapeuta si no los escuchas? ¿Para qué sirve un feedback review si no sabemos leer lo que nos están diciendo? ¿Qué propósito tiene la voz interna si no escuchamos lo que verdaderamente está diciendo?
La atención, apertura y receptividad nos da la herramienta más importante de todas: la lectura fina del momento.
Es la lectura precisa del significado de los símbolos mientras suceden lo que realmente nos da una ventaja exponencial frente a la gran mayoría de la población.
Desde esa lectura tomamos las decisiones más coherentes con el momento. Es como si el Universo nos suspirara el acto elevado, la palabra amable o la sonrisa presente.
Aprender a cuestionar lo que escuchamos adentro y afuera será siempre una habilidad que nos hará destacar y crecer como personas.
Impacta nuestra calidad de vida en pareja, teniendo conversaciones más íntimas; en lo profesional, alineando metas e intereses; y en lo personal, empezando por descubrir lo que realmente queremos.
Y también nos hace grandes conversadores con los que la gente disfruta compartir su conocimiento y experiencias, porque para participar en una conversación no necesariamente tenemos que hablar. Si todo significa, nuestra postura, respiración, mirada y atención comunican más que nuestras palabras.
Escuchar con atención es un pasaporte a los aprendizajes y lecciones más valiosos en la historia de una persona.
Practicando mi escucha empecé a encontrarme maestros en la vida cotidiana, porque ser escépticos y aprender a escuchar le da la fuerza al mensaje por su valor en sí, y no por el mensajero.
Escuchando descubriremos que lo realmente importante no es la autoridad del mensajero, sino la calidad de su mensaje.
Something to think about…
In an age of distraction, nothing can feel more luxurious than paying attention.
— Pico Iyer
Mil gracias Miguel. Muy atinado tu mensaje, profundo y real para llevarlo a la vida práctica. 🙏🏼