Una Persona es sus Compromisos: Entrégate a ti Mismo
“Una persona es sus compromisos”, escuché decir a Pepe Ramos hace tiempo, en una de esas noches de maloca.
Al oírlo, supe que esas palabras —y su significado— ya existían dentro de mí. Solo que nunca las había verbalizado.
Las grabé en la profundidad de mi memoria. Y en sus raíces encontré la claridad psicológica para observar desde otra perspectiva los puntos de fricción y la frustración que me provocan los compromisos no cumplidos.
¿Qué significa la palabra compromiso?
Viene del latín compromittere, que significa: prometer mutuamente o hacer una promesa recíproca.
¿Es una obligación asumida libremente? ¿Un acuerdo entre partes? ¿Una promesa de cumplimiento?
Ninguna me convence. No logran capturar lo complejo que es, para mí, lidiar con la falta de compromiso.
Tiempo después, escuché a Alfonso Ruiz Soto potenciar esa misma frase:
“Una persona es sus compromisos. Si no tienes compromisos, no te conoces y no sabes quién eres.”
La resonancia interna fue inmediata. Comprendí que un compromiso es una entrega personal a un propósito (causa), persona o ideal.
En todo aquello a lo que nos entregamos voluntariamente —con palabra, acción y presencia— se revela nuestro verdadero ser.
Somos nuestros compromisos porque, al asumirlos, se abre un camino que nos confronta con situaciones imprevistas, que despiertan un empuje inquebrantable y revelan fortalezas internas que antes desconocíamos.
Un compromiso es un viaje hacia la realización en las acciones que realizamos.
Ese gran viaje será fuente de un placer extraordinario, porque, al cumplirlo, al final del camino, nos encontraremos con una versión más perseverante e intencional de nosotros mismos.
Sin compromiso, la vida no significa. Y en esta vida, todo significa.
Sin compromiso, la vida se reduce a una evasión constante de uno mismo. Sin dirección. Sin enfoque. Sin propósito.
Vivimos con la experiencia de una pulga: vamos a donde nos lleve el perro.
¿Cómo vive una persona comprometida?
Lo escribió, de forma poética, heroica y mitológica, Theodore Roosevelt, en Citizenship in a Republic — The Man in the Arena:
«No es el crítico quien cuenta; ni aquél que señala cómo el hombre fuerte se tambalea, o dónde el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor.
El reconocimiento pertenece al hombre que está en la arena, con el rostro desfigurado por el polvo, el sudor y la sangre; quien se esfuerza valientemente; quien yerra, quien tropieza una y otra vez, porque no hay esfuerzo sin error ni fallo; pero quien realmente se empeña en lograr su cometido; quien conoce grandes entusiasmos, grandes devociones; quien se consagra a una causa digna; quien, en el mejor de los casos, alcanza al final el triunfo del gran logro, y quien, en el peor de los casos, si fracasa, al menos fracasa atreviéndose en grande, de modo que su lugar jamás esté entre aquellas almas frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota.»
El ser humano comprometido juega en la arena de la vida. Y no importa cuántas veces sangra, se equivoca o se cae… porque por dentro siempre está de pie.
Un compromiso asumido es una fuente de energía inagotable. En medio de las dificultades, nos regresa al centro, impidiendo que en los extremos nos perdamos de la intensidad del equilibrio.
Cada extremo es negativo:
No comprometernos: es evadir y huir de nuestro propio ser. Nos ausentamos de nosotros mismos.
Comprometernos con todo y con nada: coleccionar compromisos no significa crecimiento. Decir que sí a todo, con prisa interna, solo nos lleva de ninguna parte a ningún lado.
Ninguno es un camino sostenible.
El primero cree que la libertad es no tener responsabilidades.
El segundo cree estar en todo, pero no está en nada, porque no ha aprendido a decir “gracias, no.”
Cada compromiso que asumimos es una prioridad. Y toda prioridad implica muchas renuncias. Por eso, el nivel de nuestros compromisos determina el nivel de nuestros resultados.
Si soy soltero y me comprometo con mi pareja, mi disponibilidad pasa de total a acotada. Si como pareja nos comprometemos a nacer como familia, nuestra disponibilidad pasa de acotada a restringida.
Nuestros compromisos revelan si nuestra visión es de corto o largo plazo, conformista o transformadora, frenada por el miedo o impulsada por convicción.
Nos muestran si nos conformamos con lo inmediato o nos atrevemos a apostar por lo trascendente.
El problema es que sentimos el compromiso como una carga que quita libertad, y no como una entrega que nos da alas para volar a la libertad.
El compromiso no es una carga. Y la libertad no está en huir de los compromisos. La libertad está en atreverte a ser tú mismo.
Y ese debería ser nuestro mayor compromiso.
El mayor compromiso es la mayor libertad.
Con cada compromiso cumplido, recolectamos las perlas de experiencia. Y con cada perla, nuestra confianza y autoconcepto crecen, se fortalecen y se expanden.
La confianza y el autoconcepto se trabajan con la máxima responsabilidad, porque son los pilares fundamental para transformarnos en una persona que podamos admirar.
En las perlas de mis compromisos descubrí que lo que realmente quiero ser no es El monje que vendió su Ferrari, sino el Monje en el Ferrari.
Por eso: no empieces algo que no vas a terminar. No te comprometas con algo que no vas a cumplir. No lo hagas con tu pareja, no lo hagas en la empresa, y sobre todo, no lo hagas contigo mismo, porque estarás traicionando y desgastando la confianza y el autoconcepto que tanto cuesta construir.
Ser papá, pareja, socio o miembro de un equipo no es sinónimo de estar comprometido, ni de estar haciéndolo bien. El único que sabe qué tan comprometido está… es uno mismo.
Comprometámonos con intención e inteligencia. Acumulando quick wins que fortalezcan el músculo y la disciplina que necesitaremos cuando lleguen los compromisos que nos impulsarán a subir de nivel.
Cada nuevo sol trae la oportunidad de renovar tu entrega a un propósito. Y en la luz de ese amanecer, se ilumina el camino hacia tu versión más integra y verdadera.
Apenas entiendo que los compromisos te llevarán a descubrir lo que habita en las dimensiones más profundas de ti mismo.
Aquel que se comprometa en palabra, acción y presencia… dejará huella en lo más profundo de su ser.
Comprometerte no es perderte… es encontrarte.
Something to think about…
“The major key to your better future is you.”
— Jim Rohn
Arthur Brooks: Happiness is not a Direction
El famoso profesor de Harvard, Arthur Brooks, y Rich Roll hablan del amor imperfecto, de la fe sin evidencia, del liderazgo como servicio, y de lo que realmente importa cuando buscamos bienestar: no que alguien nos diga en qué pensar, sino que aprendamos a pensar por nosotros mismos.
Me quedo con la analogía de los Secuoyas, ese árbol que vive cientos de años porque se conecta con los otros bajo la tierra. Sus raíces se entrelazan horizontalmente con las del bosque, y en esa interdependencia nace la verdadera fortaleza.
No venimos a sostenernos solos. Venimos a ser raíz, sostén y reflejo para otros.
"El compromiso no es una carga que nos quita libertad, sino una entrega que nos da alas para volar en libertad". Cada nueva entrega me inspiras más, hermano Halcón. No seamos pulgas que van a donde las lleve el perro, sino pulgas que saltan con atrevimiento en busca de su propio destino.