Te voy a llevar en un viaje del que te prometo que quieres ser parte. Cada palabra y cada oración tiene el propósito de compartirte mi perspectiva de la historia de un viaje que acaba de cambiar la vida de 12 hermanos y la mía.
Mi intención es llevarte muy adentro para que te conectes contigo mismo y reflexiones sobre tu propio camino porque somos espejos.
Es la historia de los últimos ocho días de una búsqueda espiritual que inicie hace 4.5 años para llegar a la liberación del alma y, desde mi libertad, iniciar mi vuelo, el vuelo del halcón.
Si estás abierto y atento, podrás conectar y ver que el Gran Mecanismo te dejará un mensaje que siembra la semilla del inicio de tu camino a la liberación del alma. Tal vez está en pedir perdón, en atreverte a ver lo que esta oculto a plena luz del día o en entender que debes hacerte a un lado para que la vida te muestre el camino.
Lo leí, edité, edité y edité más de 17 veces, pero el final de una búsqueda de casi cinco años no se puede reducir a unos párrafos.
Bienvenido a volar conmigo.
Nació el Halcón 🪶🧙🏼♂️
Regresando el tiempo a 2014, el Gran Misterio, a través de Fer Gervasi, me entregó un mensaje del espíritu que nunca olvidé porque no lo pude entender: “hay un gran potencial espiritual en ti”. ¿Espiritual en mí 🤔? En ese tiempo, era DJ, abría conciertos y solo pensaba en raves, coches, viajes, música y ser multimillonario.
En octubre del 2019, terminé la relación con mi amada Karla y me llevo a hundirme en una depresión por falta de amor, sentido y propósito, a pesar de tenerlo todo.
En esa gigantesca frustración y grito de ayuda, me hice a un lado y recordé ese mensaje de años atrás; y, sin pensarlo dos veces, como el Halcón, decidí tomar el vuelo hacia nuevas tierras que me llevaran a encontrarme con mi espíritu para descubrir y experimentar lo que los grandes sabios, despiertos e iluminados llaman la liberación del alma.
Supe desde muy adentro que el costo de descubrir nuevas tierras es estar dispuestos a dejar de ver la costa por mucho tiempo y asumir la pérdida de lo que se deje atrás, y así fue. Como lo he dicho muchas veces, estar dispuestos a pagar el precio, sin saber el costo, pero confiando que valdrá la pena.
El vuelo inició en las tierras espirituales de Vietnam, Camboya y Tailandia. Ahí, el Gran Mecanismo me convocó para conocer a mis primeros dos maestros, Geshe Yong-Dong y Bobby Castro.
A través de estos dos maestros, mi alma recibió una lección que no entendí hasta cuatro años después en conversaciones profundas con dos de los nuevos maestros, Arturo Lomelí y Raúl Romero.
En la vida somos los comandantes de nuestro navío centelleante en el mar de la evolución. Tenemos una estrella norte que representa nuestro propósito y marca el camino; un rosario en la mano derecha que representa el poder creador y manifestador de lo que anhela nuestra alma y espíritu, y un RFC en la mano izquierda que representa el poderoso impacto de nuestro caminar al llevar al mundo hacia un mejor lugar en las cuatro direcciones.
Escribir cada viernes nace como parte de mi propósito personal de crecer integrando, crear gozando, amar sirviendo y conectar compartiendo. Hago lo que hacen los Halcones desde hace cientos de años: ser el mensajero del mundo de los espíritus. Me aventuro a nuevas experiencias y nuevas tierras, estoy atento y observo con atención lo que sucede y regreso a conectarlo, profundizarlo y escribirlo para compartir el mensaje con el mundo entero.
Este escrito es sobre los últimos ocho días de esta búsqueda de la liberación del alma, lo sucedido entre el 28 de enero y el 4 de febrero del 2024.
En julio de 2023, durante una noche mágica y curandera en algún lugar de la Amazonia, recibí del Gran Misterio un mensaje de convocar a algunos de mis hermanos a experimentar en espíritu propio el poder de la magia de la selva cuando valientemente vamos a la profundidad interior a sentarnos con nosotros mismos y darle la bienvenida a nuestra alma.
A los ojos del Gran Mecanismo, manifesté y curé esta cita cósmica en la que todos pedimos participar desde antes de nuestra concepción para emprender esta iniciación en el camino más difícil para el hombre: el camino de la mente al corazón.
Esta última semana, nos juntamos 12 almas de talentos, países, edades, religiones y orígenes diferentes, pero unidas en el firme propósito compartido de transformarnos en mejores seres humanos y ser agentes de cambio para nosotros mismos, nuestros hijos, nuestras familias, nuestros amigos, nuestras empresas y el mundo.
Con una mano en el corazón y otra en los huevos, los ocho días en la selva se trataron de llevar el alma y el espíritu al límite. Afrontando las dificultades de estar en silencio con nosotros mismos y descubrir qué tiene que decirnos si estamos dispuestos a escucharlo; de parar 192 horas para no hacer y ser; de tener dos microcomidas al día o ayunos de 36 a 120 horas; de renunciar a los lujos de la vida moderna (sin electricidad, sin wifi, sin celular, sin jabón y sin shampoo); iluminando los escritos de lo escondido en las profundidades de nuestro corazón con la luz de una vela; reuniéndonos a conectar compartiendo ante el fuego como nuestros ancestros; durmiendo bajo el hermoso canto de la vida de la selva, y totalmente desconectados y aislados como una tribu no contactada del Amazonas, sin saber absolutamente nada de nuestras familias, amigos y empresas.
Y, lo más importante, comprometidos en alma y espíritu con el altar del corazón; amando donde duele, perdonando donde duele, trabajando donde duele y resignificando donde duele.
Haciéndonos a un lado para que los curanderos, los guardianes de esta tierra y nuestros grandes canales de sanación, Don José y Don Pepe, hicieran su trabajo como agentes de la libertad.
Al final del segundo día, aparecieron los síntomas que tuve por una infección fuerte en mi ojo izquierdo a principio de año. A momentos, creí que tendría que salirme del retiro porque pasaban los días y mi visión se nublaba más y más; creí que la infección se había salido de control y que, para el momento de regresar a México, ya estaría ciego. Sin embargo, para mí, una persona es su palabra y sus compromisos.
La curación de mi ojo con las plantas de la selva se convirtió en parte de mi gran trabajo, pero ahí había algo más importante que una infección; tenía que ser mucho más que eso. Era algo profundamente escondido en mi corazón que me negaba a reconocer y verlo por lo que es.
Del martes en la mañana a la noche del jueves, atravesé una terrible ansiedad por la desesperación de quedarme ciego de un ojo y con miles de pensamientos negativos de cómo iba a cambiar mi vida, empezando por ver el nacimiento de mi Gran Maestro con un solo ojo. Me sostuve en la intención de hacerme a un lado para que el Gran Misterio me mostrara, cara a cara, lo que me resistía a ver y que estaba oculto a plena luz del día.
Quería ver y romper esa cadena que no me dejaba volar a mi libertad para fusionarme en cuerpo y alma con cada célula de mi ser, y por consiguiente, llegar al reconocimiento y aceptación total en abundante amor por mi propio ser.
Cuando comenté mi situación con mi hermano el Búho, narrador de la historia del Gran Mecanismo, me dijo algo que resonó profundamente:
Conócete a ti mismo y conocerás el Universo.
Me hice a un lado para conocer el Universo.
Y llegada la tarde del jueves, hice un resumen de los aprendizajes clave hasta ese día antes de sentarme una vez más conmigo mismo en la oscuridad de la selva.
En el centro de cualquier camino que mi alma me pida tomar están mi amada y mi Gran Maestro, Mateo. La fuerza de mi espíritu se alimenta del amor que siento por ellos. Ellos son la medicina más potente de mi Universo. Por mí, pero siempre a través de ellos.
Hacerlo más difícil de lo que debe ser no nos da más reconocimiento ni puntos extra. Si estamos decididos a ver, comprenderemos que hay formas más amorosas y eficientes de llegar al mismo lugar o a un mejor resultado. No se trata de sangrar en el camino al destino solo porque sí; eso solo es mi necesidad de reconocimiento no trabajada. Mantenerme en ese camino es una carrera de insatisfacción infinita de la que tarde o temprano me iba a caer y no habría nadie para rescatarme porque solo nosotros somos responsables de nuestra propia salvación.
Hacernos a un lado es crear la distancia crítica para integrar que, como dice mi querido amigo, el Dr. Alfonso Ruíz Soto, creador del modelo educativo de Semiología de la Vida Cotidiana y señala en el Curso 1 “El Conocimiento de Uno Mismo” , “la realidad es lo que es, pero la vida es lo que significa”. Si nos quitamos del camino, hacemos espacio para los ver planes del Gran Misterio y dejamos que el Gran Mecanismo nos indique cómo podemos surfear la ola que nos da la oportunidad de integrar una nueva perspectiva creando un nuevo significado en el presente. Hacernos a un lado y soltar el control crea tierra fértil para recibir las semillas que necesitamos en lugar de las que queremos. Es atrevernos a ver el personaje, nuestro personaje, a los ojos de la verdad porque la verdad nos hará libres.
Entregado a la oscuridad de la noche, sintiendo los ícaros y el tambor del curandero como vibraciones del corazón de la madre tierra, recuerdo mi intención: “muéstrame con amor todo lo que no quiero ver y sana mi visión para emprender el vuelo a mi liberación”.
Las vibraciones del tambor generan terremotos internos que derrumban todas las creencias fijas y arraigadas en mi interior, se empieza a derrumbar todo lo que no tiene una base sólida y auténtica en mí. De repente paran y entra el silencio que nos deja escuchar el canto de los árboles y el viento por unos momentos, y bajo la luz de la luna, escucho a Irán Castillo cantar “El Perdón” y regreso a la Noche Oscura del Alma que me recuerda que del amor nace el fuego del perdón.
Me abrazo con la intención de inyectarme tanto amor como pueda y recuerdo el primer acuerdo de Don Miguel Ruiz: “sé impecable con tus palabras”.
Busqué en todos lados: cientos de libros y podcasts, en todas mis relaciones y conversaciones, en la meditación, en la naturaleza, en el ejercicio, en la disciplina, el compromiso y la coherencia; y en todos los rincones de mi oscuridad, pero me quise encontrar en todos los lugares que no debí estar buscando. Me busqué mucho tiempo en la sombra y en la oscuridad hasta casi quedarme ciego, y se me olvidó que también existía la luz.
Me faltó buscar adentro de mi alma y en lo profundo de mi espíritu, y en ese abrazo a mí mismo vi y entendí con claridad absoluta lo que estaba oculto a plena luz del día: la impecabilidad de las palabras no empieza con el otro, empieza desde adentro. En los pensamientos, juicios y la conversación con nosotros mismos. Empieza en el amor propio porque sin eso, no somos y sin nuestra esencia no hay nada.
Y la luz me mostró al tirano, al dictador, al Hitler y al juez que durante mucho tiempo se dedicó a destruirse poco a poco con sobreexigencia y enjuiciando cada paso que di, cada decisión que tomé, cada Momento de Tranquilidad que escribí y que minimizó cada reconocimiento que recibí porque nunca me había considerado suficiente.
Siempre dudando del poder de mi palabra y de que tengo algo que contar. Exprimiendo a mis relaciones porque pendejamente quise hacerlos parte del infierno de mi autoexigencia. Exigiéndole a todos a mi alrededor, incluyendo a mi amada, un nivel de “compromiso” que me terminaría costando muchas relaciones.
Y en ese destello de luz, llegó un Halcón con el que tenía el Pacto Sagrado de ser yo mismo y de cambiar el diálogo, de ser impecable en cada pensamiento, en cada conversación interior y en cada acción. Me mostró el don de mi palabra y que cuando la palabra es intencionada y bien dirigida, es como una flecha. Me pidió hacerme a un lado para hacer la paz conmigo mismo y recordarme que, detrás del perdón, estaba yo. (Detrás del perdón estás tú.)
En una total disolución del ego, me encontré conmigo, en el momento que me vi reconocí la pieza que me faltaba para terminar el rompecabezas de esta búsqueda espiritual. Me acepté en cuerpo, mente, alma y espíritu para fusionarme yo conmigo, yo frente a mí.
Finalmente, cobró sentido el camino del héroe: estar dispuestos a pagar el precio, sin saber el costo, pero confiando que valdrá la pena porque en este continuo caminar a nuestra tumba, he aprendido que: caminante no hay camino, se hace camino al andar.
En este momento inefable, curado en otros tiempos, entendí lo mucho que goce cuando diseñé esta parte del guión y lo mucho que reí sabiendo lo difícil que me la había puesto en esta Gran Obra porque, aunque estuvo MUY cabrona y me costó una parte importante de mi vida, ahora forma parte crucial de mi historia. De igual forma, vi que los personajes secundarios testigos del nacimiento del Halcón fueron seleccionados mucho tiempo antes de haberlos conocido.
Este hermoso despertar merecía ser íntimamente liderado en la profundidad por mi maestro Pepe, el gran mago de la libertad, y acompañado del guardián del Gran Mecanismo, poseedor de la sabiduría y palabra ancestral, El Búho, quien me reconoció como el Halcón por primera vez.
En un momento de máximo gozo y de conexión con el universo, experimenté una explosión de energía y luz infinita que me hizo entender que todos somos uno y, detrás de esa luz estaba el Halcón dándome la bienvenida a la liberación del alma.
En esa fusión con el Halcón y al reconocerme en mis plumas y mis alas, descansé bajo el cuidado del Búho para vaciarme de mí al escuchar el poder de su palabra mientras llegaron el Águila, el Cóndor, el Búhito, el Ruiseñor, el Tucán, el Colibrí, el Buitre y el Guacamayo para ser testigos de mi primer vuelo y del despertar de un movimiento.
Y al terminar su palabra, ala con ala, Búho con Halcón, comenzó a escucharse la armónica celestial del Gran Mecanismo, marcando el inicio del vuelo a la liberación del alma.
Antes de volar, me acerqué al Búho, lo abracé como nunca y, cargado de entusiasmo y lágrimas, le dije: “hermano Búho, nació el Halcón”; y desde su sabio corazón, respondió: “y el mundo lo agradece”.
Y así, en este trabajo al que vine a sentarme conmigo mismo para liberar al guerrero mago transformado en halcón y darle la bienvenida a mi alma, termina la primera gran batalla en búsqueda de la libertad que comenzó en octubre de 2019 y empieza el vuelo del halcón y con ello, el movimiento de los mensajes del espíritu.
Gracias a cada uno de ustedes que confió en el llamado y que estuvo ahí haciendo su trabajo, transformando su vida y su realidad.
Gracias al Halcón por mostrarnos que tenemos la medicina y el poder del enfoque en la presencia de nuestros ojos.
Gracias, Paty, por tu coraje y valentía para resignificar toda tu vida.
Gracias, Irán, por enseñarme a perdonar(me).
Gracias, Dany, tu música es un reflejo de tu alma y eres el maestro de la práctica.
Gracias, Ro, por tu fortaleza inagotable ante tu constante incomodidad.
Gracias, Diego, por tu compromiso con la expansión de tu consciencia y la sanación de tu linaje.
Gracias, Flaco, por emprender tu camino a tu verdad y a tu libertad. Eres un ejemplo para mí.
Gracias, Búho, por tu sabiduría ancestral, el poder de tu palabra y por enseñarme a volar.
Gracias, Don José, por ser el curandero del Gran Misterio.
Y gracias a mi maestro, Don Pepe, por el amor a su vocación, a su amada y a su maestro Krishna. Gracias por creer en mí, gracias por hacer esto posible. Gracias por tu presencia infinita.
Gracias a ti por leerme cada viernes.
Pero, sobre todo, gracias a mí.
Gracias a mí por atreverme a reconocerme junto a mis hermanos en este trabajo.
Gracias a mí por ver con tanta consciencia que en el vientre de mi amada nace mi familia con la llegada de mi Gran Maestro, Mateo, y que con su llegada, muere el hombre y nace el padre.
Y gracias a mí por mi entusiasmo para curar esta cita cósmica que nos regaló el integrar una nueva perspectiva que cambia profundamente la vida de estos magníficos seres humanos, la de sus hijos, sus familias y las personas en su camino.
Nació el halcón y volaron todas las aves desde el cielo… y el mundo lo agradece.
🪶🧙🏼♂️
💭 Something to think about…
Y tú, ¿qué te resistes a ver que esta oculto a plena luz del día?
Te amamos! Que hermoso leerte y ser parte de esta transformación. Gracias por tu sabiduría y gran medicina.
Que profundidad!, tienes un don para escribir y conectar. Gracias por compartir